sábado, 26 de noviembre de 2022

La mujer rey ( Gina Prince-Bythewood 2022)

 

Lo primero que llama la atención es de La mujer rey (The Woman King) es precisamente su título. ¿Una mujer "rey"? ¿Por qué no "reina"? Pronto comprendemos el porqué. El propio lenguaje establece las relaciones de poder: el rey es el poder supremo; la reina está a su lado.

La mujer rey está dirigida por una mujer, escrita por otra mujer y producida por mujeres. Su elenco es femenino y se centra en sus relaciones. Es una película que va de la épica al sentimiento, pero pasado por un filtro que revela, por contraste, lo que hay de femenino en el discurso. No se si es casualidad que se haya estrenado en el Día Internacional contra la Violencia de Género, pero es una buena forma de celebración.

No es fácil escribir una historia en la que se entremezclen la violencia de género, el colonialismo, el sistema patriarcal, la lucha política por el poder, las formas de sumisión/dominación. O a lo mejor sí, porque así es en la vida misma. El arte actúa muchas veces como un filtro que separa y nos da una lectura parcial en la que se anula la visión conjunta de todas esas cosas (y algunas más) unidas en la vida real. Quizá el análisis oculta más que revela y es necesario ver todo esto en su conjunto para no perder de vista las conexiones. ¿Por que decimos que el arte "revela" cuando también —la mayor parte de las ocasiones— oculta, distorsiona, niega la realidad para idealizarla ante nuestros ojos? ¿Wakanda o Dahomey?

La película de Gina Prince-Bythewood, escrita por Dana Stevens y Maria Bello, es quizá un punto de ruptura con mujeres que deciden contar de otra forma mostrando otras cosas. La realización se pone al servicio de una historia que nos habla de otro tipo de relaciones a las que habitualmente nos tienen acostumbrados en el cine comercial. Hay una plena intencionalidad y mucho de aguda precisión en el diagnóstico y en la imagen resultante.

La mujer rey es una película sobre el poder o, más precisamente, sobre qué significa realmente el poder. Las poderosas y eficaces mujeres guerreras son solo una pieza de la maquinaria montada por el poder del reino. Y este no es más que una pieza de un poder más amplio, el de los conquistadores económicos, los colonizadores esclavistas que condicionan todo el sistema para obtener lo que quieren: esclavos.

Como se nos muestra en la película, las guerras son solo momentos de un sistema agresivo y violento, un sistema de dominación, que se reparte en una sociedad patriarcal que usa a las mujeres tanto para venderlas como esclavas, casarlas a la fuerza y — ¿por qué no?— usarlas como sistema defensivo, como guerreras que tienen el alto privilegio de morir defendiendo al rey, un interesante personaje que ha accedido al poder eliminando a los miembros de su propia familia.

La película nos muestra cómo funciona el sistema de dominación y cómo, las mujeres que vemos como heroínas —las guerreras ante las que hay que bajar la vista, las que tienen el privilegio de vivir encerradas en un palacio, las que renuncian al amor, a la familia... — no son más que una pieza más sobre el tablero del poder.

Los poderosos y los más poderosos constituyen un sistema en el que existen los aparentemente poderosos y los que están faltos de cualquier poder, toda una escala. Pero incluso el hombre más humilde tiene un poder, el de comprar y vender a sus hijas como esclavas, como esposas, con poca diferencia. Es una inversión, como ocurre todavía y ha ocurrido siempre. ¿Qué diferencia hay entre el esclavista europeo y el que vende a sus hijas como esclavas? ¿Qué diferencia hay entre el colonizador que las compra y el padre que las vende o el rey que paga el tributo con mujeres para ser vendidas y embarcadas rumbo a América? La única diferencia real es la de poder imponer el precio de los tributos, la de fijar los precios.

La película está bien escrita y bien contada. Son dos horas de cine que dan paso a muchas otras de pensar lo que se nos ha ofrecido y contado, una historia revisada sobre la Historia, sobre ese poder capaz de cambiar sus discursos para mantenerse siempre en la cima controlando el conjunto.

Frente a esto se ofrecen una alternativas que se desarrollan a través de las historias díscolas de las que llegadas a un punto crítico se siente más solidarias entre ellas, por su destino, que por lo que las normas guerreras les exigen, como forma final de abandono de ellas mismas, de poder ser como ellas se sienten. Como nos han contado analistas de las formas del poder (de Michel Foucault a Judith Butler, esta última especialmente al centrarse en el género), el esclavo interioriza las formas del amo, lo que crea esa dependencia. La lucha que se nos muestra es precisamente la de liberarse de aquello que ha crecido como un falso poder y que no es más que una férrea dependencia. Por eso la película nos muestra el desvío de la dependencia hacia otras formas que habían sido anuladas, como la maternidad o la verdadera amistad. El poder necesita todo nuestro amor, es absorbente y celoso.

Si la película resulta fascinante en sus planteamientos, no podemos dejar de mencionar el extraordinario reparto y la forma en que es capaz de transmitirnos esos conflictos internos, de la amistad a la maternidad o el enamoramiento. Por muchas batallas que veamos en la película, por muchas peleas, el verdadero conflicto es el que llevan dentro, el que les define y oprime impidiéndoles vivir por ellas mismas.

Cualquier cosa buena que se diga de la actriz Viola Davis es repetirse; lo que nos ha ofrecido en tantas interpretaciones extraordinarias es un verdadero legado. Aquí nos ofrece una gran interpretación, quizá llevada por la misma motivación de la historia, con la que es posible identificarse en muchos planos.

Junto a Davis, merece una especial mención el extraordinario trabajo de Thuso Mbedu (Nawi) como la joven que se enfrenta al marido al que la quieren vender y acaba dentro del palacio donde se encuentran las mujeres guerreras. Ella será el detonante de los acontecimientos y la que haga aparecer las contradicciones de esa forma "privilegiada" de esclavitud. Su trabajo merece un enorme aplauso porque es capaz de transmitir la compleja gama de sentimientos que la tienen en constante conflicto.

La película cuenta además con dos enormes actrices, Lashana Lynch (Izogie) y Sheila Atim (Amenza). Son los personajes que permite expresar tanto a Nanisca (Viola Davis) como a Nawi (Thuso Mbedu) lo que piensan y sienten dadas las barreras jerárquicas existentes y el control de las emociones. Sus trabajos son impecables.

El trabajo de la dirección se maneja entre las escenas intimistas y los momentos físicos, los de los entrenamientos militares y los de las batallas, mostradas en su dimensión cruel. Las guerreras se han convertido en máquinas de guerra al servicio del poder y eso hace necesario deshumanizarlas en la lucha, hasta que eso cambia y la batalla muestra la dimensión emocional que las devuelve su humanidad.

"La mujer rey" posee una hermosa fotografía que nos muestra tanto los primeros planos de los rostros, con los que se expresan las emociones, como los paisajes del mundo que recorren con sus acciones guerreras. Especialmente bien coreografiadas las batallas para mostrarnos lo que hemos señalado, esa deshumanización que supone la violencia. El montaje es fluido y sabe aprovechar la buena labor interpretativa para ofrecernos en un mismo plano a dos actrices en pleno trabajo expresivo. Así ocurre con las diferentes parejas en las conversaciones, en los momentos de expresión conjunta. De esta forma se aprecia en su densidad la sinceridad y emoción de las interpretaciones.


Una película para ver y, sobre todo, para pensar en sus diferentes ángulos, en todo lo que nos ofrece. Es algo más que una "película de mujeres" o una "película con mujeres"; es, como hemos señalado, una película sobre cómo está construido el mundo, sobre el poder que lo diseña y sobre los efectos que tiene sobre todo; es una película sobre la manipulación, los modelos que se nos ofrecen para mostrarnos y vivir a través de ellos. Pero todo ello está envuelto en una historia, puesto en acción. Si usted quiere verla como una película de acción, no se prive. Pero hay mucho, mucho más.

Joaquín Mª Aguirre

 

La mujer rey (2022)  

Directora: Gina Prince-Bythewood

Guionistas: Dana Stevens y Maria Bello

Intérpretes: Viola Davis, Thuso Mbedu, Lashana Lynch, Sheila Atim, John Boyega, Jordan Bolger, Hero Fiennes Tiffin, Jimmy Odukoya, Masali Baduza, Jayme Lawson, Adrienne Warren, Chioma Antoinette Umeala, Siyamthanda Makakane, Shaina West, Sivuyile Ngesi, Riaan Visman, Seputla Sebogodi, Angélique Kidjo

Nacionalidad: USA

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