domingo, 9 de febrero de 2020

El escándalo (Bombshell, 2019)

 Pese a todo, la Fox News sigue. Por algún motivo extra cinematográfico, la Fox News se ha convertido en un fenómeno cinematográfico, casi en un subgénero. Evidentemente, la línea política y la cinematográfica van cada una por un lado, pero dentro del mismo paquete. Son ya al menos tres los intentos de centrar el doble debate político sobre los Estados Unidos actuales en la coincidencia de un personaje, Roger Ailes, cerebro del ultraconservadurismo y entrepierna del acoso sexual. Con esos dos puntos, cerebro y entrepierna, Ailes le allanó el terreno a Donald Trump, como queda medianamente claro en esta historia de mujeres que se encuentran en la tesitura de sumar sus testimonios contra este depredador empresarial y sexual.
Por la película desfilan un montón de caras medio conocidas de la Fox, señal de que todos o casi todos han sobrevivido a lo que la película Bombshell, o El escándalo en versión española, nos cuenta.
Hollywood ha preferido calentar motores con la televisión y con la Fox News antes de entrar en sus propias historias, todavía dando vueltas por los juzgados y los titulares. Hace falta algún tiempo para no atragantarse, dejar que maceren.
El cine norteamericano se está centrando en lo irreal o lo real, como hemos tenido ocasión de comentar  con películas como Richard Jewell (C. Eastwood 2019), en donde se sacan los casos de la prensa misma, reportajes que sirven de base a las historias contadas. El cine se convierte entonces en periodismo narrado, una aproximación a la verdad, nunca la verdad última que es esquiva.
Comparto mucho de lo que han dicho sobre la película. La obsesión por ser fieles resulta coactiva para el trabajo de los actores, más preocupados por ser identificados que por poder construir un personaje que los exprese. La verdad no es el parecido.

Esto perjudica especialmente a dos de las actrices sobre las que se centra la historia, Charlize Theron, en el personaje de Megyn Kelly, y Nicole Kidman, que interpreta a Gretchen Carlson, ambas estrellas de la Fox News. No lo hace, en cambio, con Margot Robbie, quien actúa sin lastre y de la que hablaremos más tarde.
Jay Roach tenía un antecedente en este tipo de filmes, vamos a considerarlo de realismo político, la interesante Dalton Trumbo, la lista negra de Hollywood (Trumbo 2015) sobre el guionista apartado de su trabajo por el macartismo. En cierto sentido, ambas películas tienen varios puntos en común: el mundo de los medios (cine en uno, televisión en otro) y el ultraconservadurismo como ideología imperante.
La variante de los nuevos tiempos es la fusión entre el ultraconservadurismo y el patriarcado dominador que se muestra en la figura de Roger Ailes y los que giran a su alrededor.
Ailes fue el exitoso creador de la fórmula política más piernas. Llenó los platós de mujeres cuya función era primero exhibirse dentro de unos marcos sacados de un muestrario de la época de Betty Friedan y en segundo lugar servirle de entretenimiento dentro de un mundo de silencios cómplices.
Es curioso que el papel central de la película esté semioculto. Es el interpretado por Holland Taylor, la secretaria de Roger Ailes, la mujer que le busca víctimas y que mantiene el control de la puerta. Ese personaje tiene mucho de la clave ya que es en realidad quien mantienen la virtud que Ailes exige, "lealtad". Es ese concepto el que le une a sus víctimas o, quizá, el que une a sus víctimas con él. Descubriremos por los testimonios posteriores que Ailes no solo las acosa o mantiene relaciones sexuales con ellas, sino que también exige que lo tengan con quien él les indique.
Roger Ailes es algo más que un depravado. Es un hombre que ha construido un imperio político que controla desde dentro y desde fuera, ya que al convertirse en una potencia mediática, el control sobre el exterior es grande. Es lo que se trata de ver en la lucha de los hijos de Rupert Murdoch y Ailes, quién controla el mundo de la derecha norteamericana y quién puede llevar a su candidato a la Casa Blanca o quien puede impedirlo lanzando las huestes mediáticas con los que le molesten.


La película, pese a lo que muchos vean, es una radiografía de cómo se manipulan y usan las mujeres para formar parte de ese ejército que responde a sus órdenes. Ailes es un paranoico que exige obediencia, pero para quienes las mujeres no son solo objeto de placer sino unas herramientas tanto hacia la audiencia, a la que seduce, como hacia el interior. Ailes sabe cómo controlar un mundo competitivo, cómo manejar a unos contra otros, como bien se explica en una de las secuencias. Mantiene así los celos profesionales, las envidias, los conflictos en los que él puede ser el árbitro al que todos recurran para mantener sus cuotas.
En este sentido, Bombshell es un ejercicio político que se queda corto al ceñirse a la forma y no tanto al fondo. El personaje de Roger Ailes, bien interpretado por un John Lithgow, es más que un mujeriego: es el constructor de un imperio político que ha llevado a la Casa Blanca a un presidente, fanático de la Fox News, cuya audiencia permanece fiel pese a los "escándalos" pasados, presentes y probablemente futuros. Roger Ailes ha esculpido a los Estados Unidos a su imagen y semejanza con la Fox News, una forma de moldear las mentes mediante la información diaria. Ha sabido dar a América lo que necesitaban.
La dirección de Jay Roach se hace con el guión de Bombshell, firmado por Charles Randolph, ganador de un Oscar por su guión de La gran apuesta (The Big Short 2015), con éxitos como Amor y otras drogas (2010), La intérprete (2005, también con Nicole Kidman) y, sobre todo, la muy interesante película La vida de Eric Gale (2003), un alegato contra la pena de muerte. No era sencillo construir esta película con múltiples focos, entremezclando tres historias, y teniendo cuidado de que los personajes "reales" no sientan la tentación de la demanda.

Dejamos para el final la actuación de Margot Robbie, que representa la joven que llega a la Fox News con ganas de ascender. Ella le sirve al guionista para ejemplificar el proceso por el que han pasado muchas mujeres de la cadena: llegada, promesa de ascender y sometimiento. Si las dos grandes estrellas, Nicole Kidman y Charlize Theron están atadas en lo físico a los personajes reales que interpretan, con maquillaje incluido, Margot Robbie, en cambio, brilla libre con su composición del personaje —inventado para la historia—, que pasa de la inocencia a la culpabilidad hasta llegar a la vergüenza. La escena de la llamada telefónica en la calle, junto al "amigo" que espera en el restaurante es magistral, sencillamente y rebela lo que es, una enorme actriz capaz de hace en un mismo año el personaje de Sharon Tate en la película de Tarantino, de la alocada Harley Quinn, un sádico personaje de comic, y este brillante papel de Kayla Pospisil. Allí donde las otras tienen "pasado", la recién llegada sufrirá el acoso cuando es seleccionada por la suministradora de víctimas a Ailes. 


Bombshell es algo más que El escándalo. Es mucho más que una cuestión de los medios. Representa la Norteamérica precisamente que no se escandaliza por lo sucedido. Cayeron algunos de sus más sonados nombres, pero el edificio donde se concentraba la América conservadora, como se dice cuando se muestra el plano de las distintas plantas, sigue en pie. En el fondo, las mujeres no les importaban nada ni a unos ni a otros. Se tomó como un juego de poder mediante el que se deshicieron de algunos viejos estorbos, como se ve con los hijos de Murdoch.
Donald Trump quiso imponer el estilo "Fox" en las mujeres en la Casa Blanca. El personaje de Margot Robbie es transformada al estilo Fox si quiere prosperar en la casa. Es la manera de despersonalizar, de convertirlas en juguetes, demostrando que son posesiones. Era un síntoma más de una enfermedad que no ha desaparecido.
El cine se hace una vez más escalpelo de una realidad reciente, aproximándose a los hechos y personas, a los entresijos del poder.
J.A.



El escándalo (Bombshell 2019)
Director: Jay Roach
Guión: Charles Randolph
Intérpretes: Charlize Theron, Nicole Kidman, Margot Robbie, John Lithgow, Kate McKinnon

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