viernes, 17 de enero de 2020

Jojo Rabitt (2019)


Jojo Rabitt es un proyecto total de Taika Waititi. Se ocupa del guión, de la dirección e interpreta un papel especial en la película, el Adolf Hitler existente en la mente del niño de diez años. El guión es magnífico, la dirección espléndida y su interpretación de un histriónico Adolf es divertida y eficaz.
Puede que al lector le haya parecido extraña la expresión "divertida" para referirse a un personaje como Hitler, que no sería alguien a quien se podría incluir en la lista de las mil personas más divertidas de la historia. Pero es ahí donde reside el eje sobre el que pivota la película.
Jojo Rabitt es una película muy difícil de clasificar porque se mueve entre los géneros, las referencias cinematográficas (del cine de Richard Lester con los Beatles a El gran dictador de Chaplin, pasando por John Updike, Corre, Conejo) y el anacronismo histórico, todo ello con una forma de distanciamiento brechtiano que sorprendería probablemente al propio Brecht.
La historia de un niño de diez años, Jojo, con el cerebro infectado de nazismo que se enfrenta al mundo que le rodea, planteándose un conflicto entre lo que siente de forma natural y lo que han hecho con él de forma artificial adoctrinándolo podía haberse contado de muchas maneras, con muchos tonos.
La principal virtud de guión, dirección e interpretación es precisamente la naturalidad de lo artificial de todo el montaje del filme. No hace falta razonarlo, simplemente nos metemos dentro aceptándolo como una forma dada de expresar el mundo.


Creo que es una interesante forma de iniciar la película transformando un fenómeno lejano, la locura de masas del nazismo con la histeria de la beatlemanía. Taika Waititi nos da entrada a través de la música, que tiene un importante papel narrativo, emocional y sobre todo para mantener el distanciamiento del tiempo histórico y el acercamiento al tiempo "pop" actual. Creo que la idea de Waititi es hacernos comprender los mecanismos del nazismo, sociales y personales, a través de los caminos de hoy, especialmente en tiempos en los que comienzan a repuntar comportamientos antisemitas en diversas partes del mundo.
Waititi utiliza todos los recursos menos el realismo o la historicidad. Eso es lo que se nos pide a los espectadores, que seamos capaces de completar el puzle histórico e ideológico que se nos muestra, que sepamos ver debajo de lo que se nos muestra. En este sentido es una película inteligente que juega lo suficiente con nosotros en la misma medida en que se nos pide que juguemos con ella.
Me imagino que pronto algunos sacarán a colación La vida es bella, el magnífico filme de Roberto Begnini. Creo que lo que hace Waititi es justo lo contrario. Begnini trataba de ocultar el sufrimiento al niño en el campo de concentración. Era un contexto realista oculto para el niño.  Aquí se trata del proceso contrario, de evolucionar de la ceguera a la lucidez. Allí el humor se centraba en el padre; aquí en un Hitler deconstruido que queda en evidencia como juego mental de Jojo.


Todo en la película es distorsión para darnos la esencia de las cosas; es puro esperpento valleinclanesco. Hay un buen ejemplo en la imagen final del nazi de fantasía que interpreta Sam Rockwell.
Una película extravagante en su sentido de originalidad y distanciamiento de los demás, de este tipo solo puede funcionar esmerándose en la realización y sobre todo en la interpretación. Aquí se debe resaltar el poder visual, casi enloquecido, de la narración de Waititi, plenamente pop y surrealista, llenas de imágenes absurdas, pero reveladoras. De los ejercicios de entrenamiento en la piscina a las locuras de una Rebel Wilson, el filme se mueve entre en una suerte de slapstick pop, por un lado, y un humor más verbal que nos muestra el elemento naif del personaje de Jojo. Los diálogos entre Jojo (Roman Griffin Davis) y su amigo Yorki (Archie Yates) son deliciosos y muestran esa voluntad de supervivencia para los niños que se ven arrastrados a la locura nazi primero y bélica después. Es importante distinguir —creo que el filme lo hace— esos dos elementos: la locura que lleva a la guerra por seguir al líder de la propia guerra.
La interpretación de Roman Griffin Davis como Jojo es extraordinaria dotando al personaje de todos los matices necesarios para que podamos seguirle en su evolución interior. De enorme inteligencia la interpretación de Scarlett Johanson, una mujer que ama y teme a su hijo. La escena de la cena y del baile con el hijo tras la discusión me parece extraordinaria por lo que revela de una capacidad de entender la profundidad de los sentimientos que alberga.
Los actores se forman dos grupos, los que tienen sus confusos sentimientos propios —Jojo, su madre Rosie y Elsa la chica judía— y aquellos que construyen el fondo histórico y son construcciones abstractas, casi caricaturas.
El arte cinematográfico —también la narración y la poesía— tratan de dar vida a ciertos objetos que se convierten en símbolos y se impregnan de los conflictos. Así ocurre con los zapatos y cordones, unos elementos a lo largo de la película que nos permite una de las mejores escenas de la película, la culminación del drama.


El humor surrealista de la película no es una distracción ni un edulcorante, sino una vía hacia el fondo del drama, que transcurre en la mente de un niño, cuya figura paterna ausente ha sido ocupada por Adolf Hitler. Que el propio Waika Waititi se encargue de interpretar a Hitler nos dice mucho de la forma en que se percibe la figura. La interpretación es magnífica porque no es fácil hacer una caricatura de Hitler sin caer en el histrionismo del propio Hitler, como tantas veces se le ha interpretado. El Hitler de la mente de Jojo es una figura especial, que encarna muchas facetas porque en el fondo es un reflejo de su propia mente alienada. Waititi consigue que la figura sea ajustada al juego del guión sin caer en lo fácil, manteniéndose en todo momento dentro de sus límites, los propios de la mente de Jojo. Jojo se mueve entre conversaciones con Rosie, su madre, con la chica judía, Elsa, interpretada también con solidez por Thomasin McKenzie, su compañero Yorki y una muestra de tipos que le sirven para intentar comprender un mundo lleno de peligros. Como el "conejo" de John Updike, la solución es correr o bailar. Magnífico final sin palabras, ruptura del realismo, entre Jojo y Elsa.
La película está nominada a 6 premios Oscar, entre ellos el de mejor película, mejor guión y una segunda nominación en el mismo año para una gran actriz, Scarlett Johanson, que sabe darle profundidad a un personaje lleno de matices y secretos. Es un gran año de cine y lo tendrán difícil los que votan.
Taika Watiti ha sabido moverse en ese ambiente de inserción de comedia anteriormente. Pero esto no es exactamente una comedia: deja de ser un género para ser un lenguaje, una forma de descripción de lo que es realmente un drama profundo, la lucha por el alma de un niño y la supervivencia en un mundo monstruoso.
J.A.


Jojo Rabitt (2019)  
Director: Taika Waititi
Guionista: Taika Waititi
Intérpretes: Roman Griffin Davis, Scarlett Johanson, Thomasin McKenzie, Taika Waititi, Sam Rockwell, Archie Yates, Rebel Wilson, Stephen Merchant...

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