Las
películas de Terminator tienen una estructura básica: un robot llegado del futuro te persigue y te intenta matar;
alguien trata de evitarlo. Las variables son pocas y se refieren unas al modelo
de terminator enviado y otras a quien trata de evitarlo. Pero las piezas están
fijadas: la película es una persecución.
Dicho
esto, Terminator: Destino oscuro (Terminator: Dark Fate), la
nueva entrega, saca todo el provecho posible a lo poco que nos quedaba de
innovación y ofrece otras cosas que anteriormente no hemos tenido. La película es
honesta con su pasado y cierra el futuro al menos al terminator original, el
encarnado por Arnold Schwarzenegger, aunque con estas cosas del tiempo y de los
efectos especiales, nunca se sabe.
Fui a
ver la película condicionado por los titulares de algunas críticas que había
visto. Salí satisfecho de una estupenda película de acción que recupera algo
perdido por muchas otras: el montaje, el lenguaje cinematográfico básico. Quizá
sea junto a la interpretación de la colombiana Natalia Reyes, lo mejor de una
película que consigue que la acción te lleve de escena en escena hasta el final.
El
responsable de la película es prácticamente un novato en la dirección, con una
estimada dirección anterior, la película Deadpool.
Hasta ese momento, la actividad de Tim Miller ha sido variada, de diseñar
títulos de crédito a efectos visuales en videojuegos. Terminator: Destino oscuro es sobre todo una película
"visual" construida por un magnífico montaje que logra que el
equilibrio entre la acción física y la acción dramática. Las combinaciones de
planos, el encadenamiento para crear la tensión, nos deja secuencias
magníficas, como las del avión o de la fuga del centro de detención, en las que
destaca el ritmo dramático. El montaje es algo más que imprimir velocidad a la acción rodada. Aquí nos permite estar junto a los personajes y vivir con ellos la tensión.
Deadpool era una comedia cínica y sarcástica intensa
con acción violenta. Aquí tenemos unos personajes, sobre un esquema trillado,
que acaban teniendo su papel en un conjunto bien construido. No necesitan
destacar con grandes parlamentos, sino hacerlo cuando deben. El guión es la
historia. En esa historia se administra bien la información que nos hace
entender los cambios con giros que ellos (y nosotros) vamos comprendiendo.
Un
aspecto interesante es la "latinización" de la historia a través del
espacio y de los personajes. Vi la película en versión original subtitulada y
casi la mitad es en español, lo que nos permite ver el buen trabajo, sobre
todo, de Natalia Reyes.
La voz
es importante porque nos permite conocer a través de ella un fenómeno sutil: la
deshumanización de Sarah Connor y la humanización, del primer terminator, el T-800, el interpretado
por Schwarzenegger. Este juego dramático es una parte esencial de la película y
permite crear entre ellos su propia relación y también con los demás y da un sentido al
conjunto de las películas anteriores.
Natalia
Reyes es una fuerza de la naturaleza. Es una actriz capaz de transmitir la
fuerza y la debilidad, el desconcierto y la determinación. Espero que esta
película ayude a que le lleguen papeles dramáticos con los que podamos
disfrutar su capacidad interpretativa más allá de los estereotipos con los que
el cine norteamericano marca a los actores.
Esto es
otra cosa que hay que agradecer a la película, lo que hemos llamado
"latinización", pese a estar hecha mayormente en España y después en
Budapest, la película es "argumentalmente" mejicana, reflejando el
mundo de hoy. Es "No Wall" escrito en el muro que han de sortear,
dice bastante, como lo dice el centro de detenciones o las actitudes de los policías
de la frontera respecto a las personas. Una de las mejores escenas de la
película, con algunas hermosas líneas de guión, es la secuencia del tren. No es
un momento de acción; es un momento de realidad, de actualidad, en la que se
integran estos personajes que luchan por salvar el futuro de la humanidad. La
humanidad la estamos viendo apiñada en el techo de un tren en la noche.
Hay
películas que juegan con las sorpresas y las novedades. Esta lo hace por la
buena construcción fílmica, en un pulcro ejercicio de cinematográfico, una
escritura plano a plano. La acción crece desde las escenas de persecuciones de
automóviles hasta las espectaculares del avión con su continuidad en la presa,
un largo final que seguimos sin poder dejar de mirar una pantalla.
El
mundo se divide en dos, el terminator REV-9 (encarnado por Gabriel Luna), el
perseguidor, y los perseguidos, para los que se han construidos lazos de amor y
de odio, de esperanza y de venganza, creando los dos bloques de edad, los
jóvenes, con Dani (Natalia Reyes) y Grace (Mackenzie Davis), la enviada para
protegerla. No es fácil sacarle provecho a unos esquemas repetidos ya de donde
solo caben "protegidos", "protectores" y
"agresores", sin embargo este Terminator:
Dark Fate sabe jugar con el pasado sin ser presa de él, lo aprovecha en lo
que puede. Por más que la película pueda parecer simple, es muy meritorio hacer
una película sólida con tan poco. Por eso el mérito es mayor y sale de la labor
de los guionistas, del montador y del director, también de la capacidad de los
actores de entenderlo.
No es,
desde luego, un terminator rutinario que aporte tan solo los efectos especiales. Hay una voluntad de trabajo y un
cariño claro a unos personajes y a una historia a la que le falta poco para alcanzar el tiempo de sus propias profecías.
J.A.
Terminator:
Destino oscuro (2019)
Director:
Tim Miller
Guionistas:
Billy Ray, David S. Goyer, Justin Rhodes, Josh Friedman
Intérpretes:
Linda Hamilton, Arnold Schwarzenegger, Natalia Reyes, Mackenzie Davis, Gabriel
Luna