domingo, 3 de octubre de 2021

Sin tiempo para morir (Cary Joji Fukunaga 2021)



Dicen en el "trivia" de la IMDBb que Cary Joji Fukunaga es "First American director to direct an official James Bond film". La cosa se podría quedar en mera anécdota, pero creo que tiene su importancia, no tanto por unas diferencias estilísticas, achacables a la forma de entender cada uno la dirección cinematográfica, sino porque nos encontramos con un director con una producción anterior muy distinta a lo que cabría esperar para el director de un filme de James Bond.

Esto ocurre precisamente porque un filme de Bond es un filme especial. Desde los años sesenta años, los filmes de Bond se han construido como género específico, único, imitados con poca fortuna, muchas veces superados, pero sin lograr ese carácter de género o, si se prefiere, de subgénero. Como tal, tiene sus seguidores, los que van al cine sabiendo lo que les van a dar y la esperanza de nuevas perspectivas. Sin tiempo para morir satisface ambas expectativas: es Bond y es Bond de otra manera.

Como género ligado a un nombre, James Bond, encarnación de un personaje salido de una serie de novelas populares, los filmes de Bond giran sobre la elección del actor que debe encarnarlo, sobre su capacidad de transmitirnos unos sentimientos y hacernos contemplar las acciones en que participa. Bond es muchas cosas, algo que comprendemos pasados todos estos años, cuando nos enfrentamos a una película que nos añade facetas de Bond que le amplían como ser humano y como espía al Servicio Secreto de la Misma Majestad que había cuando surgió el primer Bond con Sean Connery. En realidad todo ha cambiado, menos la reina.


La entrada de Daniel Craig para el personaje nos ha dejado las mejores películas de James Bond, las más complejas frente a los cuatro tópicos con las que nacieron en la época de la guerra fría y la minifalda. Los argumentos dieron un giro a una mayor complejidad, adentrándose en la ambigüedad y dejando por el camino los pasos que algunas emprendieron. Daniel Craig ha sabido darle una nueva forma más madura al personaje sin abandonar unos principios que son los que han ido marcando al personaje, enfrentado cada vez a situaciones más complejas.

Sin tiempo para morir (No time To Die) es una buena película de Bond y es una buena película, sin más. El termómetro de la atención nos dice que no nos aburrimos en sus casi tres horas de metraje, que está sabiamente organizada y estructurada, donde el guion tiene ritmo y giros que nos llevan de un lugar a otro.

Las películas de Bond siempre han sido "cosmopolitas" en sus escenarios, algo que aquí no se relega, pero se le da un valor más allá de lo turístico, de las vistas desde lugares espectaculares. Pero también asistimos a una forma diferente, al ascenso de espacios modestos a lugares épicos.


Al tratamiento del espacio contribuye el rodaje de secuencias en IMAX, lo que nos ofrece un sentido más próximo del espacio, algo que el director Christopher Nolan supo incorporar en sus Batman del Caballero Oscuro. El espacio contiene la acción y se nos hace presente con más intensidad y realismo.

Lo que más me ha llamado la atención en el filme es una concepción que podríamos calificar como coreográfica, muy dinámica, del espacio. Como filme de Bond, combina acción y seducción, las bases del género. Las acciones tienen dos tipos de espacios perfectamente tratados, los grandes espacios en los que se desarrollan peleas y persecuciones, pero también existen otros espacios reducidos en los que el drama es transmitido por primeros planos, con lo que se potencia el dramatismo. El cine es espacio, tiempo y movimiento y el primero es el que contiene a los otros dos. La dirección se ajusta a la secuencia como punto en el que todo sucede.

Hay una característica que el director ha conseguido en su manejo de las secuencias de acción, impregnarlas de dramatismo mediante planificación y montaje adecuados. Los espectadores lo notarán desde la primera secuencia, la de apertura, con las escenas del campo de hielo, pero que se repetirá en el filme, pues este contiene un encadenado de escenas montadas todas ellas de forma meticulosa, como cuentas de un collar, talladas una a una con sus objetivos parciales y puestas al servicio del conjunto. De esta manera, cada una de esas secuencias tiene un tratamiento en el que el espacio marca su confección. La solidez del guion asegura que se mantenga el orden general y que vayamos avanzando en la historia. Esto da una gran agilidad al filme y una variedad estilística.


Cuando la historia se humaniza, hacen falta actores que sean capaces de transmitirlo. Este filme de Bond cuenta con un extenso reparto, una extensa lista de buenos actores, pues quizá sea uno de los filmes más corales de la serie. Se recrea así el mundo personal de Bond, más allá de la acción. Todos se ven inmersos en su peripecia y su intervención da sentido al conjunto.

Cada personaje tiene su tono. Eso ocurre con las secuencias, por ejemplo, con Ana de Armas, donde el sentido que se le ha dado al personaje le permite brillar con elegancia y humor. Excelente su secuencia en la fiesta de Spectra.


Un tono totalmente diferente es el que le da Léa Seydoux, que hace un gran papel componiendo a la Madeleine sobre la que gira la historia en su conjunto. Puede que haya que salvar el mundo, pero también el propio corazón. Seydoux está a la altura en todos los tonos complejos que su personaje requiere de principio a fin de la película, ya que es ella la que le da sentido al conjunto.

Daniel Craig es un gran actor y ha conseguido crear un Bond sorteando los anteriores. No quiso parecerse a ninguno y componer el propio a tono con las historias más serias y sólidas que se le creaban. En este filme, vemos al Bond más complejo y humano, el que nos tiene que hacer sentir lo que lleva dentro y que no siempre manifiesta, pero esas son las habilidades del actor.


Los personajes que habían sido presentados en películas anteriores como meramente funcionales son proyectados hacia el exterior, participando en la acción, pero sobre todo mostrando su interior, es decir, saliendo del estereotipo y convirtiéndose en reales, con sus debilidades y fuerzas propias. El "M" de Ralph Fiennes, por ejemplo, es más complejo y participante que otras películas anteriores, algo que el actor aprovecha.

Personajes como "Q" (Ben Whishaw) o MoneyPenny (Naomie Harris) salen igualmente del tópico circunstancial y ganan protagonismo permitiendo adentrarnos en ese universo Bond por el que hemos pasado de puntillas en décadas y que la serie con Craig ha permitido ir ahondando. Lashana Lynch, Rory Kinnear, Jeffrey Wright, Christopher Waltz entre otros dan entrada a nuevos y viejos personajes en este filme que abre y cierra puertas.


Si Bond es el eje, el villano es el equilibrio. Si Bond tiene un carácter estable, pasando de película en película con los añadidos correspondientes, los villanos comparten su deseo destructivo, pero varían en presencia y motivaciones. El villano de esta es Lyutsifer Safin, encarnado por Rami Malek, un villano torturado y también complicado.  Tras la máscara o con su cara deforme, Malek le da al personaje un cuerpo y expresión de maldad total desde la obsesión del megalómano visionario.


Sin tiempo para morir es una película entretenida, que ha sabido construir una historia nueva para Bond y en la que se ve empeño por parte de todos, desde la historia hasta la realización de Cary Joji Fukunaga, un realizador que ha querido dar una visión de Bond manteniendo lo esencial del personaje pero permitiéndole evolucionar. Como ocurre en otras ocasiones, su trayectoria anterior como director (Beast of No Nation, 2015, Jane Eyre, 2011, o Sin nombre, 2009, en cine; en series de TV como El alienista, True Detective) o guionista (IT, de 2017, o las series citadas), no parecían las idóneas. Sin embargo, con los resultados podemos comprobar que ha hecho precisamente un Bond coherente con lo anterior y abierto en el presente.


Magnífica la partitura de Hans Zimmer sobre los ya clásicos temas de Bond, otro detalle de identidad mantenido desde el origen. La canción Billy Eilish tiene una preciosa letra y describe bien lo que es la película: el dolor es de quien lo llora.

Ha costado tiempo que se estrenara, por muy diferentes motivos (del cambio de director a la pandemia), pero Bond lo ha conseguido. La sala estaba con mucha más gente de la que hemos visto en semanas y meses anteriores. Bond sigue siendo Bond.

Joaquín Mª Aguirre

 


 

Sin tiempo para morir 2021    

Director: Cary Joji Fukunaga

Guionistas: Neal Purvis, Robert Wade, Cary Joji Fukunaga y Phoebe Waller-Bridge

Producción: Reino Unido, Estados Unidos

Intérpretes: Daniel Craig, Léa Seydoux, Rami Malek, Ana de Armas, Ralph Fiennes, Ben Whishaw, Naomie Harris, Lashana Lynch, Rory Kinnear, Jeffrey Wright, Christopher Waltz...

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