"Romance", "drama", "melodrama"...
son algunos de los términos que le aplicaron a la anterior película de la joven directora afrocanadiense Stella Meghie, titulada en inglés "Everything,
everything" y en español "El amor lo es todo, todo" (2017). Parece
haber cierto empeño en meter la palabra "amor" en su película
estrenada ayer, "Retrato de un amor" (2020), cuyo título original es
"The Photographer". En cuaqluier caso, no es casual, el filme se estrenó en Día de San Valentín en los estados Unidos. Ayer la vimos una señora sentada 6 filas más atrás y yo en su primera sesión.
Stella Meghie es también la autora del guión.
No sabía lo que me iba a encontrar, lo que creo que fue
bueno. Lo que me temía sería un drama romántico convencional, pronto me fue
absorbiendo por la propia trama, el trabajo de los actores y una dirección
ajustada para dirigirnos al centro del discurso de la película.
Horas antes había estado viendo en la TV un par de capítulos
de la serie documental "Terapia de parejas", estrenada en Moviestar+
el pasado 9 de julio, con la psicoterapeuta Orna Gulnarnik como conductora de la
terapia real de cuatro parejas. El ejercicio fascinante de ver la realidad de
la pareja frente a las parejas idealizadas de las ficciones que han poblado
nuestras fantasías esencialmente desde el siglo XIX, primero literarias y
después cinematográficas, fotonovelas, etc. resulta muy instructivo sobre la
distancias entre lo humano real, con sus miserias y errores, renuncias y miedos, y lo ficticio, con su
idealización del amor.
Quizá esa visión previa de "Terapia de parejas" me ayudó a percibir en esta película
una vocación diferente a la idealización romántica tradicional. Puede que el
amor sea "todo, todo", como señalaba su película anterior, mostrando
las barreras para alcanzarlo mediante la metáfora de la
"chica-burbuja", aislada.
"Retrato de un amor" es una película compleja, lo
que es algo de agradecer cuando se exploran los sentimientos. Personas simples,
sentimientos simples. Lo más complejo en la ficción no son las tramas
complicadas, las historias sorprendentes. Para eso hay gran cantidad de trucos.
Lo más complejos es hacer personajes que tengan consistencia, que puedan ser
vistos desde un tú a tú de humanidad.
En realidad, "Retrato de un amor" es una película
sobre el miedo, sobre el miedo al amor, sobre el recelo que adquiere las
personas heridas por las relaciones anteriores frente a sus nuevas
oportunidades. ¿Y quién no ha sido herido?
De esta forma, el amor es más una lucha contra uno mismo, que una forma de
ganar al otro.
La complejidad de la historia proviene también de su forma
narrativa, una confrontación constante entre el pasado del amor frustrado por
la incomprensión, por el miedo, y una relación presente en la que ambos
protagonistas se embarcan.
Hay diálogos inteligentes entre la intrascendencia de las
conversaciones, ¿quiénes somos?, ¿qué esperan ver los otros en nosotros?, ¿qué
máscara usar?... preguntas que se plantean los propios personajes de forma
directa o indirecta. Si el amor es sentimiento, la relación amorosa es
estrategia y puede acabar en negación, en huida.
La película no abandona ese tono cotidiano. De ello es
responsable una buena escritura de guión, pero también la labor de los actores,
en especial la presencia vital de la protagonista, Mae, interpretada
magníficamente por Issa Rae, una actriz que llena la pantalla con magia. De
forma convincentemente falsa, LaKeith
Stanfield, el dañado Michael Block, el periodista que entra en la historia de
una fotógrafa que en los años ochenta llegó desde el Sur a Manhattan armada con
su máquina fotográfica para comerse el mundo, dejando el amor atrás. Ese amor,
el personaje de Isaac, es interpretado de forma doble, pasado y presente, por
Rob Morgan y por Y'lan Noel. Alrededor de ellos otros personajes —familiares,
amigos, trabajo— giran con sus influencias, sus críticas y con sus pequeños
deslices sobre sus relaciones anteriores. Todos ellos influyen, de una forma u
otra, hasta los comentarios inocentes de las niñas pueden formar parte del
descubrimiento (o la mala interpretación) de ese otro desconocido al que
intentas conocer, algo que no siempre es fácil.
¿Romántica? No creo que sea lo más adecuado para describir
esta película con muchos valores y con todo un género con decenas de miles,
cientos de miles de películas en su contra. Creo que es mejor comprenderla como
un ejercicio de disección, de limpieza de miedos y fantasías acumuladas.
La idea de que muchos viven lamentando las ocasiones perdidas forma parte de
esta película, de sus argumentaciones básicas.
Los dos mundos, el de Nueva York y el de los pantanos del
Sur, el de la comida sofisticada y las galerías de arte frente al de los
cangrejos cocidos recién pescados, muestran esas diferencias abismales que los
escritores norteamericanos han señalado respecto a sus pueblos natales, llenos de recuerdos vívidos y de trampas mortales para la creatividad y la ambición.
La situación especial de la pandemia ha hecho que las
productoras y distribuidoras reserven los grandes estrenos para mejores
ocasiones (algo cada vez más incierto) y manden a las salas este tipo de
películas eficaces, alejadas de los grandes movimientos promocionales, lo que resulta muy interesante para acercarse a
estos buenos trabajos (ya hemos reseñado alguna otra película, como La familia que tú eliges, la semana
pasada). La película anterior de Stella Meghie costó 16 millones y recaudó 51. No sé lo que habrá costado esta, pero lo que se ve en pantalla y lo que nos hace pensar vale la pena.
J.A.
Retrato de un amor (The Photographer 2020)
Directora: Stella
Meghie
Guionista: Stella
Meghie
Intérpretes: Issa Rae, LaKeith Stanfield, Rob Morgan, Chanté
Adams, Y'lan Noel, Kelvin Harrison, Lil Rel Howery, Teyonah Parris, Jasmine
Cephas Jones, Rylee Gabrielle King