lunes, 29 de julio de 2019

Venganza bajo cero


Liam Neeson lleva vengándose mucho tiempo, para disfrute de sus fans. Esta nueva Venganza bajo cero (Cold Pursuit 2019), dirigida por el director noruego Hans Petter Moland, que adapta al nevado espacio norteamericano su filme Uno tras otro (In order of disappearance, Krafidioten 2014), en donde las luchas de entonces eran entre un gánster local y un mafioso serbio. Como homenaje y recordatorio, el director nos presenta los créditos del reparto al final "en orden de desaparición".
Dos son los protagonistas junto a Liam Neeson en la película: el paisaje y el sentido del humor.
Para este film no se hacen grandes viajes turísticos, sino un rutinario recorrido entre la localidad transformada por el turismo de nieve y la gran ciudad, un continuo ir y venir que se resuelve con un plano casi repetido de la ciudad como fondo. Esto no es un defecto narrativo, sino un recurso que convierte la rutina en la vida de un hombre en una nueva aventura.
El esquema básico de las "venganzas" se repite, como se anuncia desde el título, por más que este no sea el original, en donde no se menciona para nada. A diferencia de otras películas anteriores, no asistimos a la rabia del profesional de la violencia, que posee años de experiencias en esto de dar mamporros, sino de un tranquilo y ejemplar ciudadano, al que se consigue enfadar y que le va cogiendo el tranquillo.

Los escenarios invernales del estado de Colorado son impresionantes y son algo más que paisajes, formando parte de la propia trama gracias a la profesión del protagonista.
Pero lo mejor de la película es su sentido del humor. En realidad estamos ante una comedia de humor negro, que se va adueñando poco a poco de la trama tanto por las situaciones, como por el bien diseñado guión, que va haciendo desfilar ante nosotros una galería extravagante de personajes de las mafias locales. Se empieza como drama y se va avanzado hacia el absurdo, hacia el enredo y la confusión.
Junto a este humor absurdo de situaciones, existen líneas de guión que nos hacen reír, llenas de ingenio. Hay cuatro o cinco de ellas muy buenas en la película que hacen escuchar alguna carcajada en la sala, como la de la llegada de los mafiosos locales al centro vacacional. Aquí el humor está en los diálogos, dándole la vuelta a la situación.
Liam Neeson sigue interpretando sus personajes con el mismo gesto, rodeado por un magnífico grupo de secundarios, con un registro fijo pero eficaz, componiendo una galería, que es de lo que se trata. Cada personaje tiene su propio hueco, su momento de desaparecer a su manera.


Laura Dern participa en la primera parte, en el papel de la esposa, cuya carta es un buen detalle de guión, marcando el tránsito hacia el absurdo. También está Emmy Rossum, competente como siempre, dándole un toque Fargo a la película. Estupendo John Doman, un gran actor, en el papel del jefe de Policía. También hace un gran papel William Forsythe, en su papel de hermano de Neeson, con un par de momentos magníficos y el divertido personaje de su esposa, interpretado por Elizabeth Thai. Tom Bateman cumple bien su papel de Vikingo, el gánster narcisista, moderno y vegano. Su contrapartida será estupendo actor y cantante canadiense, Tom Jackson, en el papel del traficante indio Toro Blanco. Julia Jones con sobriedad frente al histriónico Vikingo, su ex marido.


A diferencia de otras películas de Neeson, esta es sobre todo una película coral, con lugar para cada uno de los personajes, que entran y salen en pantalla. A casi todos ellos se les deja ese momento de visibilidad, que se manifiesta en diálogos en un coche o en mitad de un interrogatorio. Son algo más que cabezas que golpear. Los mejores momentos suelen llegar con ellos.
El público se divirtió y rió en muchas ocasiones cuando se va pasando del "género Neeson" a otro más abierto, con cabida para la comedia negra, en el que la venganza tiene su sitio, pero también muchos otros elementos que enriquecen la película. Se acerca más a lo que han practicado los hermanos Coen, esa integración de absurdo, comedia y policial que les suele salir bien.
Solo por el trailer de la película original, podemos ya apreciar planos idénticos y diálogos similares aprovechados por la película norteamericana. El papel de Neeson lo interpretaba en 2014 el gran actor Stellan Skarsgård. No he visto la película noruega, pero da la impresión que se ha repetido lo que funcionaba, adaptándola argumentalmente a la situación norteamericana, algo que ha hecho el guionista primerizo Frank Waldwin. En lo visual, montaje, encuadres, etc. se ha mantenido en gran medida. Parte del equipo de producción es, de hecho, noruego. Esto no es buen ni malo, solo lo que hay. La película funciona por sí misma. Se ha querido aprovecha en un nuevo mercado. El cine no deja de ser industria por mucho arte que muestre.
J.A.



Venganza bajo cero (2019)
Director: Hans Petter Moland
Guión: Kim Fupz Aakeson (original) adaptado por Frank Baldwin
Intérpretes: Liam Neeson, Laura Dern, Tom Bateman, John Doman, Emmy Rossum, Julia Jones, William Forsythe, Elizabeth Thai, Tom Jackson


domingo, 28 de julio de 2019

Midsommar o Suecia, infierno y paraíso

Midsommar es una película muy especial, sorprendente en muchos aspectos. De las varias películas de terror que hemos reseñado en estas semanas pasadas (en verano apetece sufrir), esta se aleja de ellas. "Muñeco diabólico" (Lars Klevberg 2019) o "Annabelle vuelve a casa" (Gary Dauberman 2019) son dos películas que juegan con el género de terror, con sus reglas y principios. Dos muñecos diferentes, pero una estructura similar, la que marca el género. Sabes dónde te encuentras y así es posible jugar en el género. 
Nada de esto ocurre en Midsommar (2019), escrita y dirigida por Ari Aster, un director que ya sorprendió con Hereditary (2018), película valorada y muy galardonada, que nos muestra ya una orientación en su cine. Aquí las reglas genéricas están subyacentes y surgen cuando le das vueltas a la cabeza tratando de entender qué has visto, cuando vas atando cabos.
Midsommar es una película fascinante; lo es para los ojos y lo es, en otro orden, para la mente. Desde el punto de vista del género, el terror se hace mundano. No hacen falta espíritus, lo que le permite contrastar el esteticismo que la recorre del primer plano al último, con el hiperrealismo de la crueldad visual. De esta forma, se nos lleva la mirada hacia un mundo desnudo de efecto, plenamente natural, en el que nada se nos esconde cuando ocurre, pues en gran medida es espectáculo o ritual.
La mirada exterior, la que es guiada especialmente por la excelente actriz británica Florence Pugh, en el papel de Dani, se combina con una serie de planos en los que la mirada es interior, reflejo de una mente distorsionada por las alucinaciones. La imaginación visual de Ari Aster retuerce las imágenes como forma de trasladarnos a la mente de la protagonista. Ese aspecto doble, interior y exterior, será una de las claves de la película, esencial en la construcción del filme.



Desde los primeros planos de los oscuros bosques nevados hasta los luminosos de la Suecia de destino, Aster realiza una narración, especialmente en la primera parte, entrecortada, con planos cuyo sentido comprenderemos más tarde por contraste. La película funciona como un mecanismo de precisión guiado por la imagen, por su construcción, por sus movimientos de cámara diseñados para hacernos sentir junto a la protagonista, ya sea estando ella presente o estando en boca de otros.
Lo que era análisis psicológico en la primera parte, se vuelve en la segunda antropológico. Del análisis de la mente y sus perturbaciones, se pasa en la segunda parte a las reglas sociales, al análisis del grupo. La realización cambia cuando se cambia de mundo, cuando llegan a una comunidad en Suecia que se les promete como paraíso pero que pronto se manifestará distinta. A finales de los 60 se publicó un célebre libro, "Suecia. Infierno y paraíso", de Enrico Altavilla, en donde se expresaba el contraste de un país en donde se alternaban las dos caras, rigor y permisividad, libertad individual y tiranía de grupo. Fueron también las dos facetas que recogió en Fanny y Alexander (1982) el director Ingmar Bergman a través de las dos familias que se nos muestran, la de artistas y la puritana. La Suecia de Aster es una estilización, un paraíso inicial para el que llega que va mostrando sus cimientos.
Si en la primera parte la protagonista, Dani, se situaba frente a un grupo de amigos, el grupo de su novio Christian (Jack Reynor), en la segunda parte todos se situarán en la nueva comunidad a la que han sido invitados. Cada uno encontrará motivos diferentes de atracción o de repulsión.



Dani es el centro desde el que se ven los dos grupos, los amigos y la comunidad sueca. La interpretación de Florence Pugh transmite perfectamente el sentimiento que Ari Aster ha querido mostrar en la evolución del personaje. El resto del reparto del grupo de amigos cumple bien sus trabajos, si bien la complejidad de los personajes es menor.
Tratamiento aparte es el que hay que dar al reparto sueco, a la comunidad, en donde Aster les encarga ser antinaturalmente naturales.
Como es propio de algunas películas del género, el mundo que se nos recrea resulta una sátira social, una muestra de la violencia sobre la que construye nuestro mundo. El plano invertido de la llegada del coche a la comunidad ya nos avisa de que entramos en uno diferente, casi irreal, necesitado del estudio explicativo de los propios personajes que tratarán de comprender las reglas del paraíso.
Toda película que busca su camino propio y alejarse de los géneros que toca es una aventura arriesgada. La película puede encantarnos o desesperarnos. Especialmente si no sabemos a qué tipo de película nos enfrentamos. Pero también es cierto que es un filme que hay que ir descubriendo en su desarrollo, evolucionando con el personaje de Dani, en esta fantasía realista o este realismo fantástico, ya que se puede abordar desde ambos lados. 
Esa Suecia fantástica, onírica, ordenada y ritual, feliz y siniestra, tiene un valor para Dani; es el refugio en donde se le promete la felicidad que no encuentra. Pero "felicidad" es una palabra engañosa.



El destino de esta película es incierto. No es una película masiva, pero sí creo que se puede convertir en película de culto. No es, pienso, para todos los aficionados al género de terror precisamente porque subvierte sus reglas hasta el extremo. Como anécdota, al salir de la proyección, en una pareja, ella llamaba a alguien para recomendar la película mientras él gritaba ¡Ni se os ocurra! División de opiniones. Por mi parte, creo que es una película muy interesante, con méritos más que suficientes.
Veo que hay vídeos por la red explicándole el final. Arriésguese y complete lo que ha visto cerrando su sentido. Creo que es lo más adecuado en una película como esta.
La realización, tanto los movimientos como la fotografía, las metáforas visuales tienen más de poesía (asociación) que de estricta narrativa lineal, en parte por la necesidad de vincular el mundo con Dani, una especie de Alicia, alrededor de la cual gira todo. Se conjugan, como decía al principio el realismo de los resultados (la crueldad de la ausencia de crueldad) con la forma de exponerlo, unas veces de un directo impactante, como de eludirlo. En la parte visual, pues, impecable, original, lírica, psicodélica. 
Al igual que ocurre en muchas película del género, el terror proviene del descubrimiento de lo que la normalidad encubre o de lo que nos descubre en nuestro interior. Son las reglas de la tribu, el orden que se basa en el sacrificio.
Detrás de cada monstruo, siempre estamos nosotros. Aquí, en esta película, no está detrás sino delante.
J.A.



Midsommer (2019)
Director: Ari Aster
Guión: Ari Aster
Intérpretes: Florence Pugh, Jack Reynor, Vilhelm Blomgren, William Jackson Harper, Will Poulter, Ellora Torchia, Archie Madekwe

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