No iba con mucho convencimiento a ver Personal Assistant, el
filme dirigido para el cine por la canadiense Nisha Ganatra y al que le ha tocado la mala suerte de la
pandemia, con asistencia muy limitada todavía a los cines. El filme se ha estrenado en las salas en España, pero lo hizo bajo demanda en los Estados Unidos a finales de mayo. Si la sala en que la ves tiene buen sonido (ha sido mi caso), merece la pena disfrutarla en sala.
Si en la semana
anterior estaba yo solo viendo la película, en esta ocasión estábamos tres, lo
que visto lo visto es un gran avance. La estrategia de reponer películas y
estrenar algunas que se quedaron en el tintero desde marzo puede animar algo a
la gente, pero no es fácil cuando el calor anima a salir al campo. La verdad es
que con estos números iniciales, la sala es un lugar tranquilo y la posible
ansiedad se disipa pronto. En realidad, te sientes menos presionando que cuando
haces la compra.
La verdad es que la hora y 53 minutos de duración de esta
comedia sobre los artistas, la la edad, presión competitiva del género e
incluso aspectos étnicos tenía con visión preclara todos los temas que están en
este momento sobre la mesa de las discusiones sociales en todo el mapa
terráqueo.
La directora Nisha Ganatra proviene de la televisión y ha
conseguido un producto visual muy competente, manejándose bien en los terrenos
intimistas de la comedia y los musicales del espectáculo.
Envuelta en magníficos números musicales (ya hablaremos de
esto), se nos ofrece una comedia dramática sobre la ambición sobre lo malo que
es la falta de sinceridad (léase engaño). Como sucede en la comedia clásica,
los enredos se producen cuando nadie es lo que dice y nadie está a gusto con lo
que es.
Ganatra se maneja bien en los dos tonos de la comedia, con
una buena fotografía que le da empaque al filme, bien montado como espectáculo
que muestra el espectáculo. Está bien llevado el ritmo para que no se produzcan
parones, un riesgo en ocasiones con los musicales. Aquí no estamos ante el
género, sino ante la trama de los cantantes, los productores, los ingenieros de sonido, etc. La música forma parte de sus vidas y de sus trabajos. En este sentido, a la música
original se le suma una magnífica selección temas sobre los que hablan y se cuela en nosotros, es la que ha influido en sus vidas, sus referencias sonoras vitales.
Son varias las tramas que se entrecruzan. La superior es la
que trata sobre el arte (cualquiera de ellos) y sobre si se puede vivir de las
rentas. También sobre la distancia entre el artista verdadero y aquellos que quieren ir a lo seguro
frenando la evolución personal y la del mismo arte. Es, en este sentido, un
deseo de renacimiento por parte de la artista Grace Davis, la estrella,
interpretada extraordinariamente por la gran actriz (y directora, guionista,
productora y más cosas) Tracee Ellis Ross. Verla y escucharla en la pantalla es
una delicia para la vista y para el oído. Los números musicales, especialmente
los últimos, son canciones que disputarán el Oscar a cualquier otra que
aparezca en el año. Una gran interpretación la suya en todas las dimensiones.
Es una demostración de la maldad del propio sistema que esta mujer no haya
trabajado más en el cine. Espero que lo haga. Los premios logrados en la Televisión merecen ampliarse al cine. Aquí luce espléndida en todos los órdenes, incluido el vestuario de estrella muestra.
En el otro lado está su "asistente personal",
Maggie, interpretado por Dakota Johnson, en un personaje deseoso de salir de la
oscuridad y saltarse a tareas para las que evidentemente está más cualificada,
la producción entre otras.
El conflicto dramático real, en el siguiente nivel, se
esconde en el conflicto entre estados dos mujeres y el intento de Maggie de que
Grace Davis, la estrella, vuelva a brillar más allá de las rentas y lo fácil,
representado por un retiro en Las Vegas, con años asegurados de beneficios por
repetir lo mismo.
El tercer elemento será David Cliff, un cantante
interpretado por Kelvin Harrison Jr, aquejado de pánico al éxito, un joven inseguro. Su
interpretación está a la altura, tanto en lo musical como en lo dramático. Son
buenas sus interacciones con Dakota Johnson y nos permite conocer la cara de la
ambición de su personaje, el deseo de descubrir y lanzar a una estrella, el sueño de todo productor hasta que se reduce a solo sacra dinero.
La trama de la película está dividida entre esos dos mundos, el de Gina y el de los jóvenes con sus dudas y miedos. Los giros finales nos ayudan a comprender mejor a los
personajes y a escuchar unos números fantásticos.
No se puede ignorar el papel de la música, de las viejas
grabaciones añoradas de una época en la que era posible hacer música diferente,
personal y no quedar en manos de una industria repetitiva y facilona, que
explota el sentir de los aficionados cristalizando al artista como una pieza
del mercado. En este sentido, si hay un villano, es la industria, maquinaria
insensible y en busca del beneficio. En este sentido hay varios personajes que
se nos muestran como auténticas caricaturas.
Para los amantes de la vieja música, de los 60, 70, 80 y 90,
el oído es adulado con canciones y portadas de discos que, yo al menos, tengo
en mi trastero. Sam Cook, Fleetwood Mac, los primeros discos del Boss o
canciones de Cat Stevens. Se habla de ellos y de otros músicos, a veces con juegos
y bromas, como un mundo pasado, pero más vivo que la moribunda industria que
busca eternizarse en un casino de Las Vegas convertido en cementerio de
estrellas.
No sé si los que no conozcan esta música —o no les importe—
verán la misma película que yo he visto, pero creo que puede apreciarse como un
añadido a un filme sólido, bien interpretado y con unos números musicales de
gran calidad. Es una historia (o una mezcla de historias) ya contada, pero
¿qué historia no lo es? Cumple sobradamente sus objetivos.
J.A.
Personal
Assistant (The High Note 2020)
Directora: Nisha Ganatra
Guionista: Flora Greeson
Intérpretes:
Dakota Johnson, Tracee Ellis Ross, Kelvin Harrison Jr., Bill Pullman, Zoe Chao,
Ice Cube