Hay
películas a las que no se puede llamar remakes.
Mujercitas (Greta Gerwig 2019) es una película original en muchos aspectos y
que, pienso, quiere ir más allá de repetir lo dicho, aunque sea de forma
diferente.
Lo que
se nos muestra en pantalla es la fuerza de una obra literaria que
tradicionalmente ha sido considerada una obra menor, por femenina, en un mundo
de crítica masculina. Ya el título parece una ofensa pues la mujer, en esos
momentos, no pasaba de ser una menor de edad eterna cuya finalidad era el
matrimonio. Como se nos explica bien en la película, solo la mujer que tuviera
una renta propia podía aspirar a liberarse de su destino natural, el
matrimonio.
La
historia de la familia Marsh y sus relaciones es conocida ya por los
espectadores. Lo interesante de la obra de Louisa May Alcott es cómo ha dejado
de ser un libro "femenino" para romper el cerco e ir más allá de una "independiente"
Jo. La forma en que el sistema condenaba las obras que podía subvertirlo eran
reducir a la "literatura juvenil" y, peor todavía, "Literatura
femenina juvenil".
Quizá
sea necesaria una versión como la de Greta Gerwig, directora y guionista,
directa al grano, para que deje de ser femenina
(siempre esto ha tenido un sentido negativo en el arte) y se convierta en otra
cosa (feminista también ha tenido un sentido negativo en el arte).
Quisiera
hacer un paralelismo que a algunos les parecerá extraño, pero es lo que ha
llegado a mi mente. Me refiero a otra directora con una primera película
reveladora e independiente, como ocurre con Ladybird,
la primera película de Gerwig, y una segunda de ambiente victoriano, como es Mujercitas.
La directora que tengo en mente es Haifaa Al-Mansour y sus dos primera
películas, La bicicleta verde (Wadjda, 2012) y la película Mary Shelley (2017). También vemos en
ella una primera película muy personal, actual en el tiempo, y una siguiente
película en la que regresan al siglo XIX a obras o situaciones en las que se
muestra a mujeres luchando por su espacio y por modificar su función, ambas con
el deseo de ser artistas, como ocurre con Mary Shelley y con Jo Marsh, en Mujercitas. No pretendo ir en el
paralelismo mucho más allá, pero creo que no es coincidencia que a un primer
texto cinematográfico con carácter más personalizado en ambas directoras, haya
un descenso a las raíces más clásicas, a los modelos revertidos hacia una
lectura femenina de lo que había sido alienado o reducido. Las directoras son
distintas, pero hay en ellas ese deseo de representar a su manera algo que lo
ha sido de otra.
Mujercitas,
no podía ser de otra forma, se construye sobre la capacidad de los actores de ser
creíbles como personajes. También aquí la tradición pesa, pero debemos decir
que es uno de los aspectos más importantes de esta nueva versión. La selección
de actrices que ha hecho Gerwig es de una fuerza explosiva, con la siempre
vibrante Saoirse Ronan —una actriz con una fuerza expresiva arrolladora—, pero
con un reparto femenino apabullante, con Merryl Streep y Laura Dern como
veteranas. La elección de las actrices es clave en este filme pues se tiene que
percibir entre ellas esos lazos y tensiones de una comunidad poco abierta al
exterior, sus diferencias y sus similitudes, lo que les es propio y lo que
obligación de comportamiento. El reparto femenino ha sido cuidadosamente seleccionado
con actrices jóvenes pero de gran experiencia en papeles muy diversos, la más
veterana quizá Emma Watson, pero también unas enormes actrices la británica Florence
Pugh (tras su vibrante papel en la terrorífica Midsommar y el anterior en Lady
Macbeth) y la australiana Eliza Scanlen (de la exitosa serie Sharp Objets, junto a Amy Adams). En el
reparto masculino destaca el personaje sobre el que se centra parte de la
historia, el decadente "Laurie", encarnado por Timothée Chalamet que
le da forma adecuada y expresiva a su vaciedad y deseo. Una de las mejores
escenas de la película es su diálogo de declaración con Saoirse Ronan o la escena del baile en el
exterior de la casa. Da la réplica a todas las actrices con las que tiene
escenas en un papel difícil de sostener ante unas intérpretes brillantes. Un
acierto para ese papel, como lo son los demás actores con papeles más
limitados pero eficaces para el conjunto (Kob Odenkirk, Tracy Letts, James Norton). Estupendo Chris Cooper transmitiendo la emoción de la pérdida de la
hija primero y de la pianista Beth, que llenó de notas y recuerdos una casa
vacía.
Brillante,
como siempre, Merryl Streep en el papel de la tía, al que dota del enfado justo
al personaje. Su aparición convierte a la película en un desfile generacional,
junto a Laura Dern, de actrices.
Dos
aspectos, tras los actores, resaltan en la película. El primero es el guión.
Frente a una historia lineal, Greta Gerwig se ha decidido por mostrar un puzzle
que se va construyendo a lo largo de la película. Hay que distinguir las
escenas del montaje final de la estructura que le ha dado al filme. La
escritura del guión es buena en sí misma, dando a los personajes la capacidad
de desarrollar su potencial a través de palabra, gesto y situación. La escena
de la negociación con el editor sitúa el conjunto en la ápoca y en lo duro del
sueño de Jo, pero también que ese sueño se hará realidad. Greta Gerwig logra
hacer que la negociación de un copyright se convierta en símbolo del arte
femenino, de su liberación y rechazo de la dependencia.
Me
gustaría resaltar un último aspecto, la iluminación. Creo que es fundamental y
un acierto la fotografía para poder percibir ese mundo sin luz eléctrica, iluminado con
velas, de gente próxima a las ventanas para recoger la luz del exterior. El
papel de las ventanas es importante en la película como lo era en la época,
según podemos apreciar en obras desde Madame Bovary, siempre en su ventana
leyendo y mirando, o a esta Jo mirando y aprovechando la luz del día para
escribir. Es la mejor forma de transmitir el encierro que suponía vivir. El deseo de viajar —a ver a los vecinos, a la ciudad, a Europa...— era algo que se podían
permitir pocos o a lo que se veían obligados por necesidad.
En ese
sentido, el guión y la fotografía contribuyen a que comprendamos lo que era el
encierro aburrido, construido por pequeñas cosas a falta de grandes, donde el
desarrollo del arte era una alternativa a dejar de sentir el paso del tiempo,
especialmente para la mujeres, convertidas en seres que esperan... la llegada
de algo distinto, lo que sea, lo que las saque de esos encierros en los que
viven, mejor o peor, peros siempre teniendo que inventarse un mundo alternativo
para superar el aburrimiento. El dibujo, el piano, escribir... formas de matar el tiempo con la aspiración que se pueda destacar en ellas y salir de allí. El filme refleja bien esa frustración de no lograrlo en la mayoría de los personajes. Solo Jo y su "libro", gracias a su fe en ella misma lo lograrán.
La
película merece verse con detenimiento y es un ejercicio fino, de detalles
interpretativos, estilísticos, que nos permiten confirmar a un grupos de buenas
actrices de las que hay que esperar muchos buenos momentos y a una buena
directora cuyo cine es valiente e imaginativo, capaz de dar el salto de una
película modesta como Ladybird a esta
Mujercitas sacando lo mejor de lo más
granado del cine del momento.
No es
necesario comparar esta versión de Mujercitas con las anteriores. Es
sencillamente una versión de hoy, que es para lo que se reactualizan los
textos. Tiene sentido hoy, aquí para nosotros. Y eso ya es dar mucho.
J.A.
Mujercitas
(Little Women 2019)
Directora:
Greta Gerwig
Guión:
Greta Gerwig
Intérpretes:
Saoirse Ronan, Emma Watson, Florence Pugh, Eliza Scanlen, Laura Dern, Timothée
Chalamet, Tracy Letts, Bob Odenkirk, James Norton, Louis Garrel, Jayne
Houdyshell, Chris Cooper, Meryl Streep