La estrategia de Disney de pasar del dibujo al realismo funciona de manera muy diferente.
Retomar sus propios clásicos y darle otra segunda vida es un arma peligrosa
pues obliga a la comparación y en esta no siempre se ve el sentido de las
nuevas producciones. Podríamos hacer abstracción de la película original, pero
es la propia Disney la que lo evita y obliga a hacerlo mediante la repetición.
A todos les gusta hablar la "operación nostalgia",
pero estas películas suponen un reto en sí mismas.
En
principio se critica a Disney por hacer lo mismo que se ha hecho con los
Spiderman múltiples o los Hulk variados. ¿Por qué le ponemos tantos peros a lo
que hace Disney? Quizá porque sus filmes forman parte de otro tipo de recuerdos
y vertebran la historia del cine dedicado a la infancia desde que en 1939
Blancanieves surgiera como una nueva fórmula del entretenimiento destinado a la
familia, una fórmula exitosa e innovadora que fue dejando sus clásicos en cada
década superando sus propias crisis y resurgiendo con fórmulas y estilos
adaptados a los tiempos.
Debo
decir que, de las más recientes, no me gustaron ni Aladdin ni Dumbo,
carentes de ritmo y emoción. Han de luchar contra sus fantasmas y muchos no
consiguen superar el listón estético ya que el argumental es sabido y no
plantea sorpresas. La única solución que tienen estas películas, por las propias
condiciones auto impuestas, es la capacidad de seducirnos, es decir, de
hacernos olvidar que sabemos lo que sabemos, que ocurrirá lo que sabemos que
ocurrirá. Y eso no es fácil.
El rey león (Jon Favreau 2019) es una película enfrentada
a un gran clásico, un clásico que nunca se ha ido desde su estreno, ya que se
ha transformado en un exitoso montaje teatral que ha mantenido viva su memoria.
No es fácil hacerlo.
John
Favreau, actor y productor, es el director de las dos y bien valoradas primeras
entregas de Iron Man, de la entretenida
Cowboys & Aliens (2011), de la
sencilla y eficaz Chef (2014) entre
otras. Ya había dirigido el remake de El
libro de la selva (2016) y está preparando para el año que viene la segunda
parte.
Lo malo
de El rey león es que es difícil
aceptar estas películas prescindiendo de su sentido más allá de un plan de
renovación de materiales o quizá simplemente de remozado. Es difícil verla como
película más allá de lo que la tecnología ofrece. Es una estrategia global que
se acepta o no.
Hacer
el ejercicio de ver la película como si no existiera el original es un absurdo
porque todo nos devuelve a ella, los planos, las palabras, la música... pese a
las diferencias, que las hay. La única posibilidad de evaluarlas es en su
propia línea, decir que es superior a Aladdin
o a Dumbo, por citar algunas de las
últimas producciones. Pero eso no le va a importar mucho a la crítica.
Podemos
enjuiciarla desde el punto de vista técnico y señalar secuencias con buenos
movimientos de cámara o las animaciones de algunos personajes. En este último
sentido, nos enfrentamos a un problema que es el del antropomorfismo. El dibujo
humanizaba a los personajes dotándolos de una distancia expresiva que se pierde
desde el momento en que se avanza hacia el realismo. Podemos aceptar que un
dibujo se exprese como un humano, pero ¿qué sentido tiene avanzar en el
realismo fotográfico para entrar en la irrealidad de la expresión? Esto ocurre
cuando se quiere lo imposible, hacer que un león exprese sentimientos de los
que carece en la realidad. El repertorio sentimental es posible precisamente
porque el dibujo nos distancia del animal real. Ahora se convierte en un problema
cuando se intenta. Ningún pato realista
sería capaz de imitar al Pato Donald,
por poner un ejemplo. Tampoco tendría sentido.
Para mi
gusto, la escena de Scar con las hienas en la noche, su número musical, es lo
más resaltable precisamente porque se estiliza, se crea un
momento en el que se rompe el naturalismo impuesto. Es entonces posible hacer
resaltar la amenaza, la maldad del momento.
Un buen
detalle y de justicia es que aparezcan en los rótulos los actores que ponen las
voces en la versión española. Ya habrá tiempo de escucharla en versión
original, pero es justo el reconocimiento de los que son las voces protagonistas. El
absurdo es mantener en las versiones dobladas el reparto de los actores de la
versión original.
Eso sí,
los críos presentes en la proyección, muchos, aplaudieron a rabiar al final de
la película en una calurosa tarde de verano. Ellos solo tenían que estar
pendientes de lo que tenían delante. Los adultos somos complicados.
J.A.
El Rey
León (2019)
Director: Jon Fravreau
Guión: Jeff Nathanson (guión), Brenda Chapman
(historia)
Intérpretes: Álvaro Balas, Tomás Roca, Miguel Poisón,
Manu Pilas (Simba) / Carlos di Blasi (Scar) / Alejandra Silvela, Laura
Monedero, Eva María Cortés (Nala) / Pedro Tena (Mufasa) / Eduard Doncos (Zazú),
Juan Fernández (Rafiki), Esther Solans (Sarabi), Alberto Mieza, Oscar Mas
(Timón) / Miguel Ángel Jenner (Pumba)