sábado, 23 de octubre de 2021

La Crónica Francesa (Wes Anderson 2021)

 


Si hay un cine que podemos identificar con un solo plano es el de Wes Anderson. Las películas de Anderson se construyen plano a plano y nosotros, espectadores, vamos a través de esta sutil arquitectura en la que se juega con nuestra visión y comprensión, en la que se alternan los modos narrativos y plásticos, los formatos o el color. Con La Crónica Francesa Anderson ha construido su pirámide de Keops, su obelisco, su especial monumento a una forma personalísima de entender el cine.

Vaya por delante: he disfrutado de cada uno de los momentos de esta película sutil y disparatada, de comicidad peculiar, en la que todo está compuesto al milímetro dejando al descubierto el cine sin secretos de Anderson.

El punto de partida es la translación a la pantalla de un número de la revista norteamericana, La Crónica Francesa, antes llamada Picnic, y un suplemento de un periódico de Kansas, en los Estados Unidos. La Crónica Francesa es una publicación que se ocupa de llevar Francia a esos norteamericanos que no llegarán a pisarla nunca o, si prefiere, que soñarán con esa Francia que les cuentan sus reporteros. La película nos ofrece tres amplios reportajes más las piezas inicial y final que componen ese número de la revista.


Las tres historias "francesas" que se cuentan son, pues, tres reportajes distintos, tres historias a cargo de diferentes reporteros que, desde Francia, han intentado comunicar a sus lectores los hechos y el espíritu de una Francia que es a los ojos de sus espectadores (nosotros) cada vez más delirante, mientras que es para sus lectores un testimonio de esa "Francia real" que les hacen llegar. Las reglas del juego están claras: será la personalidad de cada reportero la que perciba primero y narre después esa Francia peculiar.

Los tres episodios o reportajes son: el arte de un criminal encerrado en la cárcel al que los promotores de arte quieren controlar; una revolución política juvenil, especie de "mayo del 68", que se resuelve a través de partidas de ajedrez con la participación de la "vieja periodista"; y, finalmente una disparatada historia en la que se entremezcla la gastronomía con el crimen, en una llamada "cocina policial". Cada vez que pasas a la siguiente tienes dudas de saber con cuál quedarte. Cada una tiene entidad suficiente y marca, con claridad, de página de inicio a final, su reportaje en La Crónica Francesa.


A Wes Anderson les está empezando a pasar lo que ocurrió durante una época con W. Allen, que todos quieren estar en sus películas, lo que suele ser un indicador importante de reconocimiento. No creo que exista presupuesto capaz de pagar tanto talento interpretativo como hay en la película de Anderson. La lista de actores y actrices es interminable, primeras figuras que hacen pequeños papeles, me imagino que casi por el placer de estar allí, entusiasmados por el cine original de Anderson. Cuando los intérpretes llegan a ciertos niveles, el aliciente suele ser es orgullo de formar parte de un proyecto distintos, de una película que les aporte originalidad en un mundo rutinario, casi mecánico en el que se mueve la mayoría del cine.

En el primer "artículo" tenemos como los tres actores principales a Benicio del Toro, Adrien Brody, Tilda Swinton y a Léa Seydoux, recién salida del último Bond; en el segundo reportaje tenemos a Thimotheé Chalamet, Frances McDormand y a la argelina Lyna Khoudri; en el reportaje final, mucho más repartido, tenemos Jeffrey Wright, a Mathieu Almalric, Stephen Park, Christoph Waltz, Liv Schreiber, Edward Norton, Saoirse Ronan, Willem Dafoe... entre otros. Los integrantes de La Crónica Francesa no quedan atrás, desde su director Bill Murray a Owen Wilson pasando por Elisabeth Moss. Otros muchos actores como Anjelica Huston, Jason Schwartzman, Henry Winkler, Tony Revolory, Bob Balaban... y decenas más en un reparto que incluye a una gran cantidad de actores franceses.


El centro del filme de Anderson, su motor, está compuesto por el estereotipo de lo "francés" entremezclado alrededor de los tópicos del "arte", la "revolución juvenil" y la "cocina". Sobre estos tres ejes franceses, Anderson va sumando elementos hasta llegar al absurdo en cada una de las historias.

El guión está acorde con la historia; las palabras, los diálogos son "pseudo franceses" hasta la médula. La historia en su conjunto está bien creada partiendo de sus propios genes, los creados por Anderson y sus compañeros guionistas. Cada historia-reportaje reúne "lo francés", la peculiar forma de contarlo desde la personalidad de cada uno de sus redactores y esos destinatarios finales, los lectores distantes perdidos en el centro de los Estados Unidos, para los que se escribe y corrigen los textos en la redacción, bajo ese cartel que indica "Aquí no se llora", lema del director. 

Hay ingenio en cada diálogo, es "francesidad" incorporada a los personajes para hacer encajar el conjunto. Esta "forma gala" se extiende en todos los niveles, tanto en los visuales como en los narrativos. Es decir, por ejemplo, la pareja de gendarmes en bicicleta que cruzan por la pantalla es una forma de marcar "lo francés" de forma icónica. Los ejemplos se multiplican en un espacio que, lógicamente, se tuvo que trasladar a Francia —la ciudad de Angoulême— para poder superponerse a sí mismo.



La obra se "narra" desde diferentes medios, de la obra de teatro sobre un escenario a los cómics o el cine animado, de la conferencia ante un auditorio a la entrevista televisiva, junto, por supuesto, con las propias páginas que componen La Crónica Francesa, que nos pueden llegar también de forma oral, como en el caso del reportero cuya memoria le permite repetir, palabra por palabra, todo lo que ha escrito.



Los formatos de pantalla cambian a lo largo del filme, de la misma forma que se pasa del blanco y negro al color y de este al blanco y negro de nuevo. Los personajes quedan congelados en pantalla mientras que algunos continúan con la libertad de moverse. Pasamos de fotogramas estáticos a otros terriblemente dinámicos. La película es un repertorio de lenguajes posibles, de encuadres, de movimientos y de planificación. La película hace literal las palabras, las convierte en imágenes; las imágenes son naturales y a la vez tópicas, mostrando la Francia que esperamos ver, la que hemos construido en nuestra imaginación a través de todo tipo de discursos recibidos. Por eso podemos recordar a través de ellas cuadros (como el baño de Thimotée Chalamet) o canciones. 


A Wes Anderson no le preocupa la "realidad", sino lo que se construye en la cultura a partir de ella, sus distorsiones y acentos y cómo esto es lo que imaginan sus lectores espectadores. Es un ejercicio de indagación, a través del humor, en los mecanismos mediante los que construimos esa "Francia" lejana, construida a golpe de recuerdo.

El cine de Wes Anderson ha logrado unir todo esto en una película de humor sutil, de ironía constante, ritmo imparable. Simplemente cine.

Joaquín Mª Aguirre 

 

 

La Crónica Francesa (The French Dispatch 2021)   

Director: Wes Anderson

Guionistas: Wes Anderson; historia por Roman Coppola, Hugo Guinness, Jason Schwartzman

Nacionalidad: USA

Intérpretes: Benicio del Toro, Adrien Brody, Tilda Swinton, Léa Seydoux, Thimotheé Chalamet, Frances McDormand, Lyna Khoudri, Jeffrey Wright, Mathieu Almalric, Steve Park, Christoph Waltz, Liv Schreiber, Edward Norton, Saoirse Ronan, Willem Dafoe, Bill Murray, Owen Wilson, Elisabeth Moss, Anjelica Huston, Jason Schwartzman, Henry Winkler, Tony Revolory, Bob Balaban...

 

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