La
película Saint Maud "técnicamente"
la hemos visto tres personas. En estos tiempos de pandemia se invierte poco en
promoción y nos quejamos mucho sobre lo que supone estrenar. Es difícil que la
gente vaya al cine más allá de ese tonto eslogan de "la cultura es
segura". El drama de las buenas películas con promoción cero es algo que
va más allá del COVID-19 y es muy anterior. Ahora que los estrenos se dejan
para las plataformas de pago, las buenas películas independientes se merecen
algo más que ser obras de relleno de la cartelera. No sé lo que hacen los
críticos, pero desde luego no mucho por el cine más allá de los blockbusters.
Saint Maud es una muy buena película, atípica en tiempos en los que la escritura cinematográfica, tanto en los guiones como en la dirección, se encuentran estancadas en la corrección. Lo único que se le puede decir a Saint Maud es que es la película menos navideña que hay en la cartelera, pero eso es una mera coincidencia, una fatalidad irónica que hace esbozar una sonrisa al final.
Cuando
entré en el cine no tenía casi ningún tipo de información sobre lo que iba a
ver. Solo esa socorrida etiqueta de "terror" que solo vale para el
"género" en algunas de sus variantes. No creo que valgan mucho para
Saint Maud.
Pasados
los tres o cuatro primeros planos, nos damos cuenta que estamos ante un filme
con lo que podríamos llamar voluntad de
estilo, con una escritura gráfica
precisa y al servicio de la expresión de esa voz que nos acompaña, la de Maud, una oscura
enfermera que ha dejado el hospital en el que trabajaba para hacerse cargo del
cuidado de una enferma de cáncer, una antigua bailarina.
La voz
narrativa en primera persona puede llegar a ser "impertinente" y
hasta "no pertinente", pero en este caso nos muestra la visión del
personaje, su percepción de sí misma y de los demás. Curiosamente, esa voz no
será la que nos dé la información necesaria, que nos llega por otras vías.
El
reconocimiento de la dirección y del guión por vías separadas nos habla
precisamente de esa buena conjunción confluyente en el relato, que se sigue con
atención, creándonos expectativas, como debe ser en este tipo de relato. Por
ser un poco más preciso, el relato está más cerca de Dostoievski que de Stephen
King, de una indagación en la mente que en una realidad alternativa.
No se
debe contar mucho de la trama en un filme que nos hace avanzar en la historia
agarrados a cada momento del relato, que no seduce visualmente a través de una
técnica expresionista que van dando forma en la pantalla a la mente de Maud.
Una de
las cosas más sobresalientes de la película es su ritmo, que se establece por
la forma de llevar la historia, perfectamente conjuntada por la secuencia de
los planos, por su encadenamiento en el montaje. La banda sonora hace el resto,
creando la tensión emocional hacia un final que estalla ante el espectador.
La
labor de las actrices es más que meritoria, tanto por parte de Morfydd Clark en
el papel de la torturada Maud como por una Jennifer Ehle, en el papel de
Amanda, la bailarina enferma. Ambas están magníficas en sus papeles y nos hacen
entrar en sus diálogos, que centran gran parte de la historia. Lily Knight y Lily Frazer las
acompañan como ramas colaterales de la historia principal que acaba
convirtiéndose en una densa lucha.
La
historia y su realización, fondo y forma, relato y discurso... unos y otros se
sostienen sólidamente en esta pieza sólida, en la que el terror está donde
siempre se ha agarrado mejor, en la propia mente. Destacable la fotografía que tiende a reflejar el mundo interior del personaje y el espacio en que se desenvuelve.
Habrá,
efectivamente que ver las próximas realizaciones de Rose Glass porque posee un
sentido del relato, del desarrollo dramático y un sentido del ritmo (en su
verdadera expresión interna) realmente notables. Cada plano está donde debe
estar, con unos encuadres expresivos de los propios personajes, con un cuidado
del detalle, de los pequeños gestos que muestran una mirada que nos guía de
forma meticulosa.
Es una
pena que los propios encargados de la "cultura" dejen las películas a
su suerte, que solo se perciba, como otras cosas, la "temporada
navideña" mientras que este tipo de filmes parece que solo sirven de
relleno. Es algo injusto.
JMª Aguirre
Saint
Maud (2019)
Directora
y guionista: Rose Glass
Intérpretes:
Morfydd Clark, Jennifer Ehle, Lily Knight, Lily Frazer, Rosie Sansom, Marcus
Hutton...
Producción:
Reino Unido
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