viernes, 8 de noviembre de 2019

Terminator: Destino oscuro (2019)


Las películas de Terminator tienen una estructura básica: un robot llegado del futuro te persigue y te intenta matar; alguien trata de evitarlo. Las variables son pocas y se refieren unas al modelo de terminator enviado y otras a quien trata de evitarlo. Pero las piezas están fijadas: la película es una persecución.
Dicho esto, Terminator: Destino oscuro (Terminator: Dark Fate), la nueva entrega, saca todo el provecho posible a lo poco que nos quedaba de innovación y ofrece otras cosas que anteriormente no hemos tenido. La película es honesta con su pasado y cierra el futuro al menos al terminator original, el encarnado por Arnold Schwarzenegger, aunque con estas cosas del tiempo y de los efectos especiales, nunca se sabe.
Fui a ver la película condicionado por los titulares de algunas críticas que había visto. Salí satisfecho de una estupenda película de acción que recupera algo perdido por muchas otras: el montaje, el lenguaje cinematográfico básico. Quizá sea junto a la interpretación de la colombiana Natalia Reyes, lo mejor de una película que consigue que la acción te lleve de escena en escena hasta el final.
El responsable de la película es prácticamente un novato en la dirección, con una estimada dirección anterior, la película Deadpool. Hasta ese momento, la actividad de Tim Miller ha sido variada, de diseñar títulos de crédito a efectos visuales en videojuegos. Terminator: Destino oscuro es sobre todo una película "visual" construida por un magnífico montaje que logra que el equilibrio entre la acción física y la acción dramática. Las combinaciones de planos, el encadenamiento para crear la tensión, nos deja secuencias magníficas, como las del avión o de la fuga del centro de detención, en las que destaca el ritmo dramático. El montaje es algo más que imprimir velocidad a la acción rodada. Aquí nos permite estar junto a los personajes y vivir con ellos la tensión.


Deadpool era una comedia cínica y sarcástica intensa con acción violenta. Aquí tenemos unos personajes, sobre un esquema trillado, que acaban teniendo su papel en un conjunto bien construido. No necesitan destacar con grandes parlamentos, sino hacerlo cuando deben. El guión es la historia. En esa historia se administra bien la información que nos hace entender los cambios con giros que ellos (y nosotros) vamos comprendiendo.
Un aspecto interesante es la "latinización" de la historia a través del espacio y de los personajes. Vi la película en versión original subtitulada y casi la mitad es en español, lo que nos permite ver el buen trabajo, sobre todo, de Natalia Reyes.
La voz es importante porque nos permite conocer a través de ella un fenómeno sutil: la deshumanización de Sarah Connor y la humanización, del primer terminator, el T-800, el interpretado por Schwarzenegger. Este juego dramático es una parte esencial de la película y permite crear entre ellos su propia relación  y también con los demás y da un sentido al conjunto de las películas anteriores.
Natalia Reyes es una fuerza de la naturaleza. Es una actriz capaz de transmitir la fuerza y la debilidad, el desconcierto y la determinación. Espero que esta película ayude a que le lleguen papeles dramáticos con los que podamos disfrutar su capacidad interpretativa más allá de los estereotipos con los que el cine norteamericano marca a los actores.


Esto es otra cosa que hay que agradecer a la película, lo que hemos llamado "latinización", pese a estar hecha mayormente en España y después en Budapest, la película es "argumentalmente" mejicana, reflejando el mundo de hoy. Es "No Wall" escrito en el muro que han de sortear, dice bastante, como lo dice el centro de detenciones o las actitudes de los policías de la frontera respecto a las personas. Una de las mejores escenas de la película, con algunas hermosas líneas de guión, es la secuencia del tren. No es un momento de acción; es un momento de realidad, de actualidad, en la que se integran estos personajes que luchan por salvar el futuro de la humanidad. La humanidad la estamos viendo apiñada en el techo de un tren en la noche.
Hay películas que juegan con las sorpresas y las novedades. Esta lo hace por la buena construcción fílmica, en un pulcro ejercicio de cinematográfico, una escritura plano a plano. La acción crece desde las escenas de persecuciones de automóviles hasta las espectaculares del avión con su continuidad en la presa, un largo final que seguimos sin poder dejar de mirar una pantalla.


El mundo se divide en dos, el terminator REV-9 (encarnado por Gabriel Luna), el perseguidor, y los perseguidos, para los que se han construidos lazos de amor y de odio, de esperanza y de venganza, creando los dos bloques de edad, los jóvenes, con Dani (Natalia Reyes) y Grace (Mackenzie Davis), la enviada para protegerla. No es fácil sacarle provecho a unos esquemas repetidos ya de donde solo caben "protegidos", "protectores" y "agresores", sin embargo este Terminator: Dark Fate sabe jugar con el pasado sin ser presa de él, lo aprovecha en lo que puede. Por más que la película pueda parecer simple, es muy meritorio hacer una película sólida con tan poco. Por eso el mérito es mayor y sale de la labor de los guionistas, del montador y del director, también de la capacidad de los actores de entenderlo.
No es, desde luego, un terminator rutinario que aporte tan solo los efectos especiales. Hay una voluntad de trabajo y un cariño claro a unos personajes y a una historia a la que le falta poco para alcanzar el tiempo de sus propias profecías.
J.A.


Terminator: Destino oscuro (2019)  
Director: Tim Miller
Guionistas: Billy Ray, David S. Goyer, Justin Rhodes, Josh Friedman
Intérpretes: Linda Hamilton, Arnold Schwarzenegger, Natalia Reyes, Mackenzie Davis, Gabriel Luna

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