Lo siento, pero me pasa en casi todas las películas de Pedro Almodóvar: siento qué él mismo hace algo que no debe, algo que va en detrimento de lo que ha ido construyendo hasta el momento.
Lo
hablo con algunas personas y coincidimos en el diagnóstico. Esta vez es la
construcción de un filme basado en la intimidad de dos personas con un fin no
inesperado, sino inadecuado. La diferencia es obvia: lo inesperado puede
sorprender; lo inadecuado deshace lo que su propia construcción elabora. Es
como si Pedro Almodóvar tuviera un sello negativo con el que marcar sus
películas. Como es algo que siento a menudo con sus películas me debato entre
pensar que es algo "suyo" o algo "mío". ¡Que se le va a hacer!
Después de tantos años con la misma sensación, no parece que él ni yo hayamos
cambiado.
La
habitación de al lado es una películas sensible y emocional sostenida sobre el
trabajo sólido de dos actrices brillantes que son capaces de situarnos en un
entorno, en un espacio que deja de ser físico para ser algo más, un mundo
propio que les sirve de continente a sus propias vidas.
El trabajo de Tilda Swinton es memorable y da profundidad a un personaje que se acaba convirtiendo en próximo a los espectadores. El filme busca esa empatía, esa solidaridad que no siempre es fácil del construir con un personaje en una situación extrema, el enfrentarse a la muerte.
Dicen
los filósofos que el ser humano es un "ser para la muerte" y la antigua
sabiduría consistía en vivir para aceptar este hecho trágico. No en otra cosa
se puede ser sabio; es la mejor
inversión y lo demás es solo apariencia, inversión inútil. El conocimiento se
acumula; la sabiduría es saber desprenderse de lo superfluo para esa aceptación
final. Almodóvar hace en este sentido una película cuidada al milímetro, en el
que el trabajo actoral está reflejando ese miedo a la muerte en soledad.
No es
una película filosófica, sino humana, bien llevada e interpretada por
Julianne Moore y Tilda Swinton. El tiempo fílmico se va ralentizando a la
espera de ese otro tiempo que se pierde, el vital.
Por eso
se siente cierta merma cuando se introducen los elementos triviales que nos
alejan del centro dramático y existencial del filme. Todo lo demás se percibe como molesto y artificial una vez que se confronta argumentalmente con el hecho
central.
Narrativamente,
la película funciona en la recogida de ese clima. Deja de hacerlo cuando se
intenta sacarlo e introducir elementos que chirrían. Almodóvar deja de ser
lírico e introduce esos elementos de ruptura del propio clímax, como ocurre con
la secuencia final, que sobra claramente.
Pero la
película es de Almodóvar, no mía. Yo solo estoy en una butaca y miro.
Me sorprendió estar solo cinco personas en una sala pequeña. ¿Cómo se ve hoy a Pedro Almodóvar?
Magnífica
la música de Alberto Iglesias, capaz de acompañarnos en el refuerzo lírico. Un
escenario magnífico para ayudar a crear un espacio simbólico para la acción
reducida a ese tiempo interior. La fotografía de Eduard Grau es capaz de captar
esa doble condición interior y exterior de los personajes.
La película
inicial funciona y se sigue con interés y emoción. No ocurre lo mismo con esos
insertos almodovarianos con los que deshace lo que le ha llevado tiempo y maña
construir.
Joaquín Mª Aguirre
La
habitación de al lado (2024)
Música: Alberto Iglesias
Fotografía: Eduard Grau
Intérpretes: Tilda Swinton, Julianne Moore, John Turturro, Juan Diego Botto...
Producción: España
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