No es fácil innovar en el género de terror y Black Phone es una película que se mueve entre géneros y trata de innovar. Su director, Scott Derrickson, tiene ya una serie de éxitos en el terreno del género de terror y de la fantasía.
Partiendo
de un relato breve de Joe Hill, el guion ha sido escrito por el propio
Derrickson y por C. Robert Cagill, un compañero en películas anteriores como Dr. Strange (2016) o la serie Sinister (2012 y 2015), entre otras. La
historia de la que se parte es interesante y lo es también el desarrollo que se
le ha dado en la película por parte de director y guionistas.
Teléfono negro es una obra sobre la violencia y su
correlato, el miedo que provoca en las personas. Es más que una historia de
terror y nos lleva a reconsiderar a qué debemos tener miedo en la sociedad, por
lo que una lectura sencilla de la obra nos puede llevar a consideraciones
equívocas, algo que puede ocurrir en casos como este.
Podríamos
decir que se construye sobre tres círculos concéntricos: el paranormal, que es
el que desarrolla el terror en lo sobrenatural; el criminal, con un psicópata
secuestrador y torturador de niños; y, por último, el de la violencia social,
una constante en toda la película.
La
historia de dos hermanos, Finney (el actor Mason Thames) y Gwen (la actriz Madeleine McGraw), que han
heredado de su madre fallecida años atrás unas capacidades paranormales sirve
como elemento que se contrasta con los crímenes cometidos por la zona y que
nadie ha logrado resolver, produciéndose la desaparición periódica de niños.
La
inteligencia de la película es mostrarnos principalmente la brutalidad social
en su forma más directa en la vida cotidiana de los niños, especialmente contra
Finney, víctima constante de acoso en el colegio y en las calles del pueblo. Se
vuelve a incidir en la base de la violencia habitual en los Estados Unidos, la
violencia escolar. Esa es la base del terror que vemos, el que ha sido
socialmente asumido y el que parece no importar demasiado. Su hermana Gwen, se
nos muestra desde el principio, tiene esas dotes de vidente onírica que le
hacen soñar con los desaparecidos y padecer la violencia en sus noches. La
videncia es rechazada por su propio padre (Jeremy Davies), que no quiere ver
cómo se reproduce en su hija lo que era un sufrimiento en su madre.
El
segundo nivel, el del psicópata asesino, está estilizado gracias a la
interpretación tras la máscara de Ethan Hawke (The Grabber), lo que le otorga
un doble papel simbólico, probablemente un personaje sometido a su vez a
abusos.
El
centro de la película son los dos hermanos y su conexión con ese mundo más allá
de la realidad que acaba interviniendo a través de ese teléfono negro que da
título a la obra. De muy meritoria hay que considerar el trabajo de los jóvenes
Mason Thames y, de forma muy especial, el de Madeleine McGraw, que sabe dar los
matices que un papel de este tipo necesita para sobrevivir al estereotipo.
Como película
de género que es, Teléfono negro, apenas juega con la sorpresa, lo que en este
caso no es un demérito dado el carácter altamente simbólico que la obra
presenta, con un importante fondo de ironía, como se nos revela con claridad en
los planos del regreso de Finney al centro escolar.
El
género de terror sirve aquí para hacer esa radiografía de la violencia y de la
admiración social que provoca, de cómo se encuentra entre nosotros marcando sus
normas. Hay que temer más a los vivos que a los muertos.
Un buen
trabajo en la dirección nos muestra que esta es una apuesta muy personal por
parte del director, que ha querido, moviéndose dentro del género, decir algo
más sobre la gran epidemia de la violencia que nos asola y que no tienen forma
de parar en los Estados Unidos en sus centros escolares.
Joaquín Mª Aguirre
Teléfono
negro (Black Phone 2021)
Director: Scott
Derrickson
Guionistas:
Joe Hill (relato), C. Robert Cagill y Scott
Derrickson
Intérpretes:
Mason Thames, Madeleine McGraw, Ethan Hawke, Jeremy Davies...
género:
terror
No hay comentarios:
Publicar un comentario