Lo
interesante de los remakes es ver cómo se adaptan a sus propios tiempos.
Estamos en otros tiempos y los temas viejos necesitan de labor de ajuste a las
necesidades y nuevas formas de expresión. En la cultura, lo que no se recicla se
pierde. "El hombre invisible" (2020), dirigida por el actor, guionista
y director australiano Leigh Whannell es un ejemplo de reciclado a los nuevos
tiempos. Esta es su tercera película y las tres han estado dentro del género de
terror (Upgrade e Insidious 3)
En
realidad, la estructura del "hombre invisible" es muy sencilla y así
se ha solido presentar en adaptaciones anteriores, que nunca han dejado de
faltar. Una versión sobre la invisibilidad la tuvimos en El hombre sin sombra (Hollow
Man 2000), interpretada por Kevin Bacon y Elizabeth Sue, dirigidos por el
holandés Paul Verhoeven. La película todavía se repone en nuestras
televisiones. Ha sido la ciencia ficción lo que ha servido de cimiento, con sus
toques de terror inquietantes, bajo la etiqueta del "científico
loco", un Prometeo castigado por desafiar la lógica del mundo.
Sin
embargo, esta nueva versión ha preferido dar un paso más y convertirse en una
fábula, situando el centro no en la tecnología (el peligro de su descontrol),
sino en los terrores que nos acosan todo los días. Con ello, de los peligros de
la Ciencia descontrolada hemos pasado a los peligros del acoso y del maltrato y
al no ser creída la víctima. El eje narrativo se desplaza así del inventor a su
víctima, la esposa.
En las
versiones tradicionales, el grupo era acosado por el compañero científico
descarriado. Aquí la soledad es la principal enemiga de la persona a la que se
ha aislado para su control.
Normalmente
es ese aislamiento al que están sometidas las víctimas, una distancia social
con los demás, lo que hace que sean difícil de creer las situaciones que cuentan
dentro de la estrategia manipuladora que se le ha aplicado.
Leigh
Whannell sabe aprovechar las buenas dotes de la protagonista, una estupenda Elisabeth
Moss, capaz de pasar por los diferentes registros que le provocan las
situaciones de acoso. Moss lleva el peso de la película ya que le toca
sobrevivir como incomprendida en un mundo poco receptivo. Eso supone que pasa
la mayor parte del tiempo desesperada, por decirlo así. Aunque estamos de su
lado, percibimos en ella la paranoia que ven los que no la creen y cómo su
soledad va aumentando.
La
metáfora social es clara y no necesita de mucha explicación. Son las
deformaciones morales del acosador, posesivo y narcisista, que castiga a sus
propias víctimas. La idea de un narcisista invisible podría parecer
descabellada, pero es la invisibilidad la que ofrece más poder y control sobre
los demás. En este sentido, la fábula se sostiene.
Los
demás actores, especialmente Oliver Jackson-Cohen y Michael Dorman, en su papel
de hermanos, dan bien el inquietante registro que se les ha encomendado. Igualmente, la
australiana Harriet Dyer, en el papel de la hermana de la protagonista, sabe
reflejar todos los matices de la complicada relación entre ellas. Quizá la película hubiera ganado algo si en vez de preocuparse por discutir quién ha mandado un email, se centrara en los motivos psicológicos por lo que la hermana cree con tanto convencimiento que ha sido ella.
En este sentido, la
película adolece de ciertos baches en los que se trata de desarrollar lo que ya
lo está o no se desarrolla lo que se debería desarrollar. Quiza su metraje por encima de las dos horas podría haberse
reducido en la parte final, lo que hubiera mejorado el ritmo y se habrían
dejado algunas incongruencias fuera.
Algunas reacciones son poco convincentes,
más en los personajes que le rodean que en ella. No es tanto problema de los
actores, que cumplen, sino un problema de guión, de cómo se han escrito sus
escenas. Por muy fantástica que sea una película, la congruencia es necesaria.
Como
adaptación de una obra de H.G. Wells sobradamente conocida, la película
introduce esas interesante innovaciones que la revitalizan, por un lado, pero
que la distancian de su origen, por otro. La "invisibilidad" posee una
serie de connotaciones que se ajustan bien a la fábula. Es ahí donde hay que
insistir para conducirla hacia su finalidad crítica. La fábula siempre tiene
una intención moral y en esta los espectadores tendrán que decidir al final sobre su propia
"moraleja".
La
producción de la película es mezcla de Australia, Estados Unidos, Canadá y
Reino Unido. Cada vez hay más que unen esfuerzos para aprovechar los talentos
repartidos.
J.A.
El hombre
invisible (2020)
Director:
Leigh Whannell
Guionistas:
Leigh Whannel, H.G. Wells (novela)
Intérpretes:
Elisabeth Moss, Oliver Jackson-Cohen, Harriet Dyer, Aldis Hodge, Storm Reid,
Michael Dorman
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