domingo, 26 de enero de 2020

Aguas oscuras (2019)


Aguas oscuras (Dark Waters 2019) se sustenta en un férreo guión de Mario Correa y Mathew Michael Carnahan, basado en un artículo periodístico titulado "The Lawyer Who Became DuPont's Worst Nightmare", firmado por Nathaniel Rich, publicado en The New York Times. Hay que empezar por esto porque creo que es relevante en este caso y en una cinematografía como la de Todd Haynes, que tiende a moverse con más libertad.
Haynes tiene lo que se suele llamar "voluntad de estilo" y este filme se encuentra en las antípodas del ejercicio imaginativo realizado en su obra anterior, Wonderstruck (2017), nominada a la Palma de Oro en Cannes. Aguas oscuras, todo sea dicho, me resulta más convincente por su sencillez que la obra anterior en su barroquismo, pero Haynes es un director camaleónico, un explorador de las formas de los discursos.
El origen periodístico de la historia nos lleva a la realidad, al mundo real con sus juegos de poder y control.
El mundo, se nos dice, está controlado por las grandes empresas y solo una fe firme es capaz de enfrentarse a ellas. La demostración viene dada por un abogado, bien interpretado por Mark Ruffalo, que ha se ha pasado su carrera defendiendo empresas y se ve condicionado por una recomendación de su abuela a aceptar un caso con un paleto de Virginia Occidental, que tiene que ver con un envenenamiento de tierras y muerte del ganado.
La compresión desde nuestra butaca de que estamos ante un caso real, que se manejan nombres reales de las empresas y de productos que tenemos en nuestros hogares es un condicionante de nuestra recepción —nunca es objetiva—, algo que se ve incentivado por el formato realista de la escritura cinematográfica.
Se puede leer mucho entrelíneas en el guión del filme sobre la América actual de Trump. No creo que sea casual el enfoque, aunque el planteamiento dé lugar lecturas complicadas. El malhumorado paleto que encarga al abogado Robert Bilott (M. Ruffalo) te dice mucho de esa América profunda que se supone que ha respaldado a Trump. Esa desconfianza hacia el mundo de las empresas, de los políticos, de todo... muestra una brecha monstruosa entre unos y otros. Bilott representará el puente, el abogado que se mueve entre las grandes empresas, pero no olvida sus orígenes en una pequeña población agrícola y ganadera. El desprecio con el que le llaman "paleto" los ejecutivos que se le enfrentan muestra esa brecha americana. Sus idas y venidas en coche de la ciudad al campo son el recorrido entre dos mundos alejados por años luz.


La película muestra —lo busque o no— cuál es el verdadero poder en Norteamérica y cuál el escenario de la lucha entre unas empresas con dinero ilimitado y todo el tiempo del mundo, frente a personas cuyas vidas se acaban antes de ser citadas en los pleitos.
La película pasa a ser una gran metáfora del mundo actual, controlado por las empresas. Esta se desarrolla en los encuentros entre el abogado y el paleto Wilbur Tennant, magistralmente interpretado por el actor Bill Camp.
La película no es condescendiente. Uno de los buenos momentos se produce cuando el jefe de Tennant (Tim Robbins) lanza a los miembros del bufete un discurso sobre por qué todo mundo desprecia a los abogados. Son esos momentos verbales los que acaban envolviendo a las imágenes reales, las que nos describen ese mundo podrido donde es el poderoso el que gana.
La película, como el propio título del artículo que sirve de base al filme señala, es una descripción de una voluntad, la de una persona que elige el camino más complicado. La de un paleto bien vestido, que es lo que el personaje representa.
El filme lo hemos visto muchas veces. Esta vez lo que se nos muestra ha tenido lugar. Las muertes de animales y personas, los miles de afectados... no son cifras lejanas, sino dramas personales de gente olvidada, de gente que tiene que aceptar lo que les dan porque las personas que les están matando son la empresa que les da trabajo. Son los dilemas de la vida real.


La queja se convierte en lamento profundo. Nadie ayuda a esos paletos abandonados a su suerte en las tierras de Virginia. La música de John Denver sirve de contrapunto irónico a la realidad de esos caminos de muerte: Country roads, take me home...
Y el hogar está en crisis profunda. Ya sea por los brotes del racismo o por el mundo controlado por las grandes empresas, distorsionada por los medios... la América que se nos muestra tiene su propia guerra interior, un drama de conciencias. Tanto en el drama de Eastwood, Richard Jewell, como en este Aguas oscuras, la pregunta que resuena es "¿quién me defiende?" lanzada por personas que se ven solas frente a lo que les llega con violencia de un mundo despiadado. No hay nada en que apoyarse, nadie en quien confiar.
Estupendos Victor Garber y Tim Robbins en sus papeles contrapuestos. Bien Anne Hathaway como la esposa de Bilott y, como se ha señalado, magistral en su papel de paleto Bill Camp.
Quizá la sobrecarga de superhéroes y de fantasía de todos los órdenes está fomentando este tipo de cine que no es que sea realista, sino que va a casos reales. Hace unos días comentábamos aquí el magnífico Richard Jewell, de Clint Eastwood, otro filme basado en un caso real. Son varios filmes este año con base en la realidad. Servirá de equilibrio y nos ayudará a tener los pies en la tierra.
J.A.



Aguas oscuras 2019
Director: Todd Haynes
Guionistas: Mario Correa y Mathew Michael Carnahan; artículo de Mathew Michael Carnahan
Actores: Mark Ruffalo, Anne Hathaway, Victor Garber, Tim Robbins, Bill Camp

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Otras entradas