Midsommar es una película muy especial, sorprendente
en muchos aspectos. De las varias películas de terror que hemos reseñado en
estas semanas pasadas (en verano apetece sufrir), esta se aleja de ellas.
"Muñeco diabólico" (Lars Klevberg 2019) o "Annabelle vuelve a
casa" (Gary Dauberman 2019) son dos películas que juegan con el género de
terror, con sus reglas y principios. Dos muñecos diferentes, pero una
estructura similar, la que marca el género. Sabes dónde te encuentras y así es
posible jugar en el género.
Nada de
esto ocurre en Midsommar (2019),
escrita y dirigida por Ari Aster, un director que ya sorprendió con Hereditary (2018), película valorada y muy galardonada, que nos muestra ya una orientación en su cine. Aquí las reglas genéricas están subyacentes y surgen cuando le das vueltas a la cabeza
tratando de entender qué has visto, cuando vas atando cabos.
Midsommar es una película fascinante; lo es para los
ojos y lo es, en otro orden, para la mente. Desde el punto de vista del género,
el terror se hace mundano. No hacen falta espíritus, lo que le permite
contrastar el esteticismo que la recorre del primer plano al último, con el
hiperrealismo de la crueldad visual. De esta forma, se nos lleva la mirada
hacia un mundo desnudo de efecto, plenamente natural, en el que nada se nos esconde cuando ocurre, pues en gran
medida es espectáculo o ritual.
La
mirada exterior, la que es guiada especialmente por la excelente actriz
británica Florence Pugh, en el papel de Dani, se combina con una serie de
planos en los que la mirada es interior, reflejo de una mente distorsionada por
las alucinaciones. La imaginación visual de Ari Aster retuerce las imágenes
como forma de trasladarnos a la mente de la protagonista. Ese aspecto doble,
interior y exterior, será una de las claves de la película, esencial en la construcción
del filme.
Desde
los primeros planos de los oscuros bosques nevados hasta los luminosos de la
Suecia de destino, Aster realiza una narración, especialmente en la primera
parte, entrecortada, con planos cuyo sentido comprenderemos más tarde por
contraste. La película funciona como un mecanismo de precisión guiado por la
imagen, por su construcción, por sus movimientos de cámara diseñados para
hacernos sentir junto a la protagonista, ya sea estando ella presente o
estando en boca de otros.
Lo que
era análisis psicológico en la primera parte, se vuelve en la segunda antropológico.
Del análisis de la mente y sus perturbaciones, se pasa en la segunda parte a
las reglas sociales, al análisis del grupo. La realización cambia cuando se
cambia de mundo, cuando llegan a una comunidad en Suecia que se les promete
como paraíso pero que pronto se manifestará distinta. A finales de los 60 se publicó un célebre libro, "Suecia. Infierno y paraíso", de Enrico Altavilla, en donde se expresaba el contraste de un país en donde se alternaban las dos caras, rigor y permisividad, libertad individual y tiranía de grupo. Fueron también las dos facetas que recogió en Fanny y Alexander (1982) el director Ingmar Bergman a través de las dos familias que se nos muestran, la de artistas y la puritana. La Suecia de Aster es una estilización, un paraíso inicial para el que llega que va mostrando sus cimientos.
Si en
la primera parte la protagonista, Dani, se situaba frente a un grupo de amigos, el grupo de su novio
Christian (Jack Reynor), en la segunda parte todos se situarán en la nueva
comunidad a la que han sido invitados. Cada uno encontrará motivos
diferentes de atracción o de repulsión.
Dani es
el centro desde el que se ven los dos grupos, los amigos y la comunidad sueca.
La interpretación de Florence Pugh transmite perfectamente el sentimiento que Ari
Aster ha querido mostrar en la evolución del personaje. El resto del reparto
del grupo de amigos cumple bien sus trabajos, si bien la complejidad de los
personajes es menor.
Tratamiento
aparte es el que hay que dar al reparto sueco, a la comunidad, en donde Aster
les encarga ser antinaturalmente
naturales.
Como es
propio de algunas películas del género, el mundo que se nos recrea resulta una
sátira social, una muestra de la violencia sobre la que construye nuestro mundo.
El plano invertido de la llegada del coche a la comunidad ya nos avisa de que
entramos en uno diferente, casi irreal, necesitado del estudio explicativo de
los propios personajes que tratarán de comprender las reglas del paraíso.
Toda
película que busca su camino propio y alejarse de los géneros que toca es una
aventura arriesgada. La película puede encantarnos o desesperarnos.
Especialmente si no sabemos a qué tipo de película nos enfrentamos. Pero
también es cierto que es un filme que hay que ir descubriendo en su desarrollo,
evolucionando con el personaje de Dani, en esta fantasía realista o este
realismo fantástico, ya que se puede abordar desde ambos lados.
Esa Suecia fantástica, onírica, ordenada y ritual, feliz y siniestra, tiene un valor para Dani; es el refugio en donde se le promete la felicidad que no encuentra. Pero "felicidad" es una palabra engañosa.
Esa Suecia fantástica, onírica, ordenada y ritual, feliz y siniestra, tiene un valor para Dani; es el refugio en donde se le promete la felicidad que no encuentra. Pero "felicidad" es una palabra engañosa.
El
destino de esta película es incierto. No es una película masiva, pero sí creo que se puede convertir en película
de culto. No es, pienso, para todos los aficionados al género de terror
precisamente porque subvierte sus reglas hasta el extremo. Como anécdota, al
salir de la proyección, en una pareja, ella llamaba a alguien para recomendar
la película mientras él gritaba ¡Ni se os
ocurra! División de opiniones. Por mi parte, creo que es una película muy
interesante, con méritos más que suficientes.
Veo que hay vídeos por la red explicándole el final. Arriésguese y complete lo que ha visto cerrando su sentido. Creo que es lo más adecuado en una película como esta.
La realización, tanto los movimientos como la fotografía, las metáforas visuales tienen más de poesía (asociación) que de estricta narrativa lineal, en parte por la necesidad de vincular el mundo con Dani, una especie de Alicia, alrededor de la cual gira todo. Se conjugan, como decía al principio el realismo de los resultados (la crueldad de la ausencia de crueldad) con la forma de exponerlo, unas veces de un directo impactante, como de eludirlo. En la parte visual, pues, impecable, original, lírica, psicodélica.
Veo que hay vídeos por la red explicándole el final. Arriésguese y complete lo que ha visto cerrando su sentido. Creo que es lo más adecuado en una película como esta.
La realización, tanto los movimientos como la fotografía, las metáforas visuales tienen más de poesía (asociación) que de estricta narrativa lineal, en parte por la necesidad de vincular el mundo con Dani, una especie de Alicia, alrededor de la cual gira todo. Se conjugan, como decía al principio el realismo de los resultados (la crueldad de la ausencia de crueldad) con la forma de exponerlo, unas veces de un directo impactante, como de eludirlo. En la parte visual, pues, impecable, original, lírica, psicodélica.
Al
igual que ocurre en muchas película del género, el terror proviene del
descubrimiento de lo que la normalidad encubre o de lo que nos descubre en
nuestro interior. Son las reglas de la tribu, el orden que se basa en el
sacrificio.
Detrás
de cada monstruo, siempre estamos nosotros. Aquí, en esta película, no está
detrás sino delante.
J.A.
Midsommer (2019)
Director:
Ari Aster
Guión:
Ari Aster
Intérpretes:
Florence Pugh, Jack Reynor, Vilhelm Blomgren, William Jackson Harper, Will
Poulter, Ellora Torchia, Archie Madekwe
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