Antebellum (2020) es una gran película en muchos aspectos. De género indefinible, la etiquetan como "terror", pero lo que causa el terror no es un mundo fantasmal sino la realidad del mal, en este caso centrada en lo que muchos —el expresidente Joe Biden y actual pretendiente a la Casa Blanca entre otros lo hizo ayer— han llamado el "original sin", el pecado original de los Estados Unidos: el racismo. No es necesario creer en fantasmas o inventar monstruos para la pantalla cuando la historia nos los ofrece... y la actualidad misma nos los muestra cada día.
Esta es
una película producida, escrita y realizada para el mundo del "Black Lives
Matter" que abarca el ayer y el hoy en un arco trágico que es el de la esclavitud
y la maldad infinita que supone. Sus directores, tiene dos, son Gerard Bush y Christopher
Renz, el primero afroamericano, el segundo no. Creo que este detalle, que
podría no ser de importancia, aquí, en el mundo de Trump lo tiene. Es ya una
declaración. Sin medias tintas, es una película anti racista, no solo una
película sobre la esclavitud. Es sobre todo una película de entonces y ahora y
de ahora y entonces que nos explica que el racismo es algo más que la
esclavitud y que esta también tiene muchas formas en la realidad. Es ese pecado
original que no ha sido lavado por purificación alguna y que sigue latiendo en
la sociedad norteamericana.
Antebellum se abre con un espectacular plano secuencia
que nos muestra magistralmente la vida existente en una plantación de algodón,
con esclavos recolectores, condenados al silencio, sometidos a una brutalidad
que no se nos esconde en ningún momento.
Puedo
ponderar las virtudes de esta película, pero no puedo ir más allá porque los
espectadores deben seguir el proceso que se nos propone paso a paso, momento a
momento, fotograma a fotograma.
Antebellum es una película profundamente
cinematográfica, cien por cien visual. No todas lo son. Esa eficacia visual,
con cada plano cumpliendo una función expresiva, llevándonos de un lugar a
otro, mostrando la crueldad que pervive bajo múltiples apariencias y detalles. Antebellum debe ser recorrida de
principio a fin para vivir el trayecto que se nos propone y así vivir desde
dentro el horror de la esclavitud y del racismo en que se funda y justifica.
No se
cuestione lo que ve; solo déjese llevar. Es lo que se le propone con buen
juicio estético. Deje que su mente vaya recogiendo las piedras dejadas en el
camino, por el excelente guión y el flujo de las imágenes. Dejen que juegue con
usted; todo arte es de alguna manera prestidigitación, ilusión, sugestión. Antebellum lo es.
La
interpretación de una gran actriz en alza, Janelle Monáe, cantante de éxito y
modelo es un punto destacado. Lo es más si tenemos en cuenta la diversidad de
su propio personaje. Monáe se ha definido a través de papeles comprometidos con
su negritud, como ha ocurrido con las excelentes Figuras ocultas (Hidden
Figures, Mary Jackson 2016) sobre el papel ignorado de las mujeres negras
que fueron decisivas en los proyectos de la NASA como "calculadoras"
vivientes, y también con Harriet
(Mary Buchanon 2019), dedicada a Harriet Tubman, una de las heroínas de la
liberación de la esclavitud. Janelle Monáe también tenía un papel en una
película infravalorada y muy original, Regreso
a Marwen, una agridulce tragicomedia sobre el abuso y la homofobia, sobre
la violencia latente en la sociedad norteamericana y cómo se vuelca con los más
débiles. Como puede apreciarse, Janelle Monáe es una actriz que invierte su
tiempo en proyectos comprometidos con causas que merecen la pena. Es su opción
y me parece bien y justo por los resultados de dejar al descubierto la historia
olvidada, distorsionada, tachada.
El
resto del reparto cumple perfectamente con sus papeles, muchas veces de un
esquematismo necesario que es precisamente con el que se caracteriza el mal,
ese pecado original que ha sido analizado desde autores como el poeta,
novelista, ensayista y crítico Robert Penn Warren (1905-1989) en su ensayo Poesía y Democracia o novelas como Matar un ruiseñor, el célebre texto de
Harper Lee y la película inolvidable (Robert Mulligan).
En otro
espacio escribí que el año anterior, 2018, había sido un año de denuncia de la
discriminación y del racismo. Lo fue con películas como la ganadora del oscar Green Book (Peter Farrelly 2018) o Infiltrado en el Klan (BlackKKlansman,
Spike Lee 2018) o el mismísimo éxito de Marvel Black Panther (Ryan Cogleer 2018), cuyo actor principal ha
fallecido hace unos pocos días con enorme eco en todo el mundo. Antebellum
tiene mucho de las anteriores en su espíritu reivindicativo, pero ha elegido un
camino muy distinto al de cualquiera de ellas. Quizá esté más cerca de
películas como Déjame salir (Get Out, Jordan Peele 2017) o Nosotros (Us, Jordan Peele 2019), películas con las que comparte productor.
Magnífico
guión de sus directores y magnífica fotografía; la música no se queda atrás
marcando las transiciones y las emociones en una película que nos remite a un
discurso emocional, de choque, poniendo a prueba nuestro sentido de la realidad,
que se va desmoronando conforme avanzamos.
Quisiera
poder ser más preciso, pero es importante que el espectador descubra por sí
mismo el juego que se le plantea, los caminos que ha de recorrer. Cuando salimos
de la sala debemos seguir trabajando, ordenando nuestros pensamientos tratando
de unir las piezas de la figura que se ha formado ante nosotros, que no es más
que el espejo de la realidad. Es la magia del cine.
J.A.
Antebellum (2020)
Directores:
Gerard Bush, Christopher Renz
Guionistas:
Gerard Bush, Christopher Renz
Intérpretes:
Janelle Monáe, Arabella Landrum, Jena Malone, Eric Lange, Tongayi Chirisa,
Achok Majak, Jack Huston, Kiersey Clemons, T.C. Matherne, Robert Aramayo,
Marque Richardson, London Boyce, Bernard Hocke, Dayna Schaaf, Gabourey Sidibe
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