domingo, 10 de agosto de 2025

Weapons (2025)

 

En estos tiempos de remakes, secuelas y precuelas, se agradece una película tan sumamente original como es esta Weapons, firmada por el director Zach Cregger, que se hace cargo además del guion y de la música. Todo ello nos hace comprender que estamos ante una película personal, entendiendo aquella que es fabricada en sus detalles esenciales, por más que el cine sea un arte colectivo y complejo.

Esto se agradece más en un género que busca distanciarse de sí mismo, es decir, romper con las expectativas que llevamos acumuladas por películas de terror, después de las cuales es difícil que no te metan en una línea determinada.

Gran parte del atractivo de Weapons es que no sabes por dónde te va a llevar, algo que es de agradecer en un género que debería basarse en la sorpresa que casi nunca ocurre. No sé si llevamos demasiado cine en las espaldas y es difícil no repetirse. Pero de Weapons puede decirse que logra ser una película original, que nos tiene en tensión porque no sabemos con qué nos vamos a encontrar en la siguiente escena.

A esto contribuye el excelente guion, un guion de gran complejidad, atípico en su estructura y calculado al milímetro, en el que todo encaja.

En las películas de terror te piden que no cuentes el final, algo que también se saltan aquí, ya que son ellos mismos los que te lo cuentan en las primeras frases que se nos dirigen. Pero tiene su propia lógica que esto ocurra, ya que el filme, por decirlo así, no va hacia el final, sino al principio. Esto solo puede hacerse con un guion construido con la precisión de un reloj suizo (de los de antes).

El guion nos va dando información que se completa en distintos momentos del filme, por lo que vamos comprendiendo lo que no comprendíamos en el momento adecuado para la evolución del conjunto. 

Ajustada a lo que el filme requiere, la oscura fotografía de Larkin Seiple. La oscuridad casa bien con el género y el mundo que se nos describe.

Impecables los actores, de la estupenda Julia Garner al veterano Josh Brolin, que forma parte de los productores de la película y al que suponemos fue fácil enganchar para el proyecto tras la lectura del guion. Los demás actores dan la talla, incluido el niño Cary Christopher, que borda su papel.

Cregger sabe dar el protagonismo a los personajes en esta historia discontinua que juega con un principio básico que se suele olvidar con demasiada frecuencia: lo inexplicable es inexplicable.

Una muy grata sorpresa en la cartelera veraniega. Durante la proyección no se escucha un alma en la sala. Solo una persona salió al baño.

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

 


                                          

 Weapons (2025)      

Director: Zach Cregger

Guionista: Zach Cregger

Intérpretes: Julia Garner, Josh Brolin, Alden Ehrenreich, Austin Abrahams, Cary Christopher, Benedict Wong, Amy Madigan...

Música: Ryan Holladay, Hays Holladay, Zach Cregger

Fotografía: Larkin Seiple

Nacionalidad: Estados Unidos

Duración: 128 minutos

viernes, 7 de febrero de 2025

Septiembre 5 (Tim Fehlbaum 2024)

Desde sus dos películas anteriores sobre ciencia-ficción, el director alemán Tim Fehlbaum da un salto a una complejísima realidad, la de la masacre producida en Múnich durante las Olimpiadas de 1972, con la toma de rehenes israelíes por parte de un grupo terrorista árabe.

Es imposible ver esta película sin pensar en el mundo actual. Por más que se ocupe de un hecho del pasado, el espectador vive en el presente y es hijo de su tiempo. No puede haber distancia, por decirlo así; el presente interfiere constantemente con lo que contemplamos. Y el presente es evidentemente, la guerra de Gaza con sus secuestros de israelíes por parte del grupo Hamás. Nadie puede obviar el presenta

La película es un ejercicio  riguroso de subjetividad en un sentido posicional: el punto de mira se sitúa en el equipo de televisión de la cadena norteamericana ABC, que es quien estaba en ese momento, en ese día, cubriendo las Olimpiadas.

La película nos ofrece dos tipos de imágenes, las que ocurrieron ante las cámaras, los hechos captados hasta donde pudieron ser recogidos e interpretados sobre la marcha; y  un segundo tipo, las que nos muestran las decisiones de los periodistas deportivos enfrentados a la incertidumbre de lo que pueden mostrar y de lo que pueden creer de las diferentes fuentes, incluidas las oficiales, que manejan. El mundo, ofrecido en directo, está sujeto a las limitaciones, malentendidos, manipulaciones, y esto es algo a lo que se tienen que enfrentar. No se trata de contar algo que ya sucedió, sino algo que está sucediendo, un flujo que han de interpretar, decisiones que han de tomar.

Desde el punto de vista cinematográfico, la película es espléndida. Lo es especialmente en su montaje, en la forma en que el recorte de los planos va reconstruyendo un mundo cada vez más cerrado, centrado en lo que se puede ver en las pantallas y en los profesionales que miran tratando de adivinar qué es lo que ven.

Nos dicen al final de la película que fue la primera vez que se transmitió un acto terrorista por TV y nos dan el datos de los millones de espectadores de todo el mundo que lo vieron. Se introduce la reflexión de los propios profesionales de la información sobre si aquel acto se está haciendo precisamente para sus ojos, para los de sus espectadores, un problema que se inició entonces y que sigue ahora en un universo más mediático. Hay un momento en el que se preguntan por cómo lo estarán viendo aquellos que no disponen a principio de los 70 de televisores en color.


Efectivamente, el "espectáculo" terrorista contará desde ese momento con el cálculo del público que va a tener y la autocrítica de los profesionales sobre si la atención prestada es el verdadero motor de las muertes.

En lo interpretativo, el filme —alemán— se hace con un reparto sólido, integrado por los profesionales norteamericanos, que son los que están en los estudios de la ABC en la Olimpiada. Creíbles todos ellos, al haber hecho una película sin estrellas, por decirlo así, con lo que es más fácil evitar el distanciamiento de la historia. La integración en la película de los materiales informativos del momento, es decir, lo que el mundo vio en aquellas horas, lo acerca a lo documental integrado. Es uno de los logros de la película, mostrar esa conexión con lo producido entonces.


La fotografía de Markus Förderer y el montaje tienen especial relevancia para la creación tanto del ritmo como de la situación psicológica del grupo. La música refuerza la tensión vivida.

La película es compleja en lo histórico y reflexiva sobre lo que significa contar en un mundo en marcha, desconociendo el final, frente a lo que supone conocerlo hoy, en 2025. Quizá se nos muestra el tránsito de contar lo que ocurre a la producción de una "realidad" ad hoc para ser contada.

Es una película con muchos valores desde el punto de vista de lo que supone informar e informar en un mundo, como el de entonces, incapaz de enfrentarse a una situación nueva —de las noticias a la actuación policial— y de lo que supone ser hoy espectador en esta "sociedad del espectáculo", de las post verdades, de bulos y desinformación.

Joaquín Mª Aguirre (UCM)


Septiembre 5 (2024)  

Director: Tim Fehlbaum

Guionistas: Moritz Binder, Tim Fehlbaum, Alex David

Intérpretes: Peter Sarsgaard, John Magaro, Ben Chaplin, Leonie Benesch, Zinedine Soualem, Georgina Rich, Corey Johnson, Marcus Rutherford...

Música: Lorenz Dangel

Fotografía: Markus Förderer

Nacionalidad: Alemania 

sábado, 11 de enero de 2025

A real pain (Jesse Eisenberg 2024)

 Demasiado “vital” para ser solo una película, una ficción, pues trata de indagar sobre la vida misma, sobre sus oscuridades y sinsentidos. “A real pain” es tan desconcertante que no se han atrevido a traducirle el título, dejándolo como algo exótico, cuando en realidad habla de lo que vivimos cada día, de cómo podemos llegar a ficcionalizar el dolor para ignorarlo.

La película es un trabajo personal, escrito, dirigido y protagonizado por Jesse Eisenberg, al que estamos acostumbrados a ver en papeles de lo más variado. Esta vez se ha metido en un auténtico reto, una película que diríamos extraña por lo natural, sincera por afrontar algo que hace mucho que no vemos en las pantallas: el dolor cotidiano, el real, aquel del que apenas se habla.

El argumento es sencillo: dos primos, casi hermanos, que vivieron juntos gran parte de su vida y ahora están separados en circunstancias muy distintas. emprenden un “tour judío” sobre el holocausto, un viaje por su Polonia, el origen familiar. Su abuela, superviviente de un campo de concentración, acaba de fallecer en Estados Unidos, donde emigró, y ellos quieren visitar su residencia polaca. El tour está integrado por un pequeño grupo de judíos de muy diverso origen al que se añade la pareja de primos.

Los primos tienen un comportamiento muy diferente y pronto vemos cómo uno de ellos, un soberbio Kieran Culkin, un actor que va de los Razzies a los Globos de Oro, empieza a imponer su personalidad agresiva y seductora, manipuladora, frente al primo interpretado por el propio Eisenberg, que vive en Nueva York, donde tiene un trabajo y una familia estable, a diferencia de su compañero, que no tiene soporte alguno.

El viaje "turístico" se acaba convirtiendo en un recorrido emocional entre los dos primos y en un recorrido sobre la convencionalidad del dolor, como el que supone su conversión en “tour” turístico, guía incluido. La película se mueve entre ese dolor real del que habla el título y el dolor convencional, escénico en que ha convertido el holocausto.

La película se sigue con interés a través de la relación familiar y de ambos con el grupo. Es a través del desvelamiento de lo que la convención impone como vamos viendo ese dolor oculto que finalmente se manifiesta.

Hay que valorar muy positivamente la labor triple de Eisenberg, como actor, guionista y director. Ha sabido combinar las tres facetas en un proyecto personal, que es lo que necesita el cine norteamericano para salir de tanto trabajo inútil. Esta es una película “barata” en costes y “rica” en sus logros. Es un empeño de actores en buscar algo que les haga sentir vivos en sus papeles o trabajando para los compañeros. Cada vez es más frecuente encontrarnos con proyectos como este en el que también contamos con Emma Stone en la producción.

Rodada casi en su integridad en Polonia, en los sitios reales, la película ahonda en esa gran escena final en la propia incongruencia humana, en su necesidad de buscar lo que cubra ese dolor real, al que alude el titulo. Es en el levantamiento de esas capas que cubren el dolor de la soledad de lo que trata la película. 

Buen uso de la música para crear en fondo del sentimiento que la película comunica. La película sabe ser simbólica, como toda obra de arte digna de tal nombre, y realista, cotidiana. 

Magistral secuencia final, que sirve en su sencillez para hacernos entender el destino de los personajes y del propio ser humano. Una película sobre el dolor y la soledad.

Joaquín Mª Aguirre 


A real Pain (Jesse Eisenberg 2024)    

Dirección y guión: Jesse Eisenberg

Fotografía: Michal Dymek

Intérpretes: Jesse Eisenberg, Kieran Culkin, Will Sharpe, Jennifer Gray, Kurt Egyiawan, Ellora Torchia...

Nacionalidad: USA

 

miércoles, 1 de enero de 2025

Nosferatu (Roger Eggers 2024)

Escrita y dirigida por Roger Eggers, Nosferatu (2024) es una gratísima sorpresa que ha conseguido poner de acuerdo a casi todo el mundo y si alguno no ha querido sumarse a la mayoría ha sido probablemente por ese malsano y narcisista deseo de llevar la contraria que aqueja a cierta crítica.

El Nosferatu de Eggers es un clásico súbito. Esto no es fácil cuando te enfrentas a hacer un filme que proviene de un pasado glorioso, aun que desconocido. Nosferatu fue un clásico moderno ya en 1922, una referencia histórica en la construcción del género de terror antes de que se escucharan gritos en la pantalla y solo se oían entre el público. Murnau enseñó a tener miedo y creó su propia línea de terror alejándose de otras formas vampíricas. Los vampiros siempre han estado ahí en la historia del cine, pero elegían sus referentes. Werner Herzog lo sacó de la tumba con el rostro de Klaus Kinski.

Ahora Eggers nos trae un nuevo Nosferatu con nuevos aires de clasicismo. Hay que explicar qué queremos decir con "clásico". No hay imitación de lo anterior, sino algo destinado a ser imitado, lo que lo convertiría en algo nuevo, algo muy difícil cuando jugamos con los viejos género, como es el de terror. En estos géneros se producen pocas rupturas, pero el Nosferatu de Eggers, más de cien años después de Murnau, nos trae un aire nuevo en lo viejo y nos sorprende y deleita. No es fácil después de haber visto matar a vampiros, después de haberlos visto morir, de haberlos visto seducir, bajar escalinatas y subir a balcones. Eggers consigue que todo esto nos parezca nuevo, recién creado y visto y, sin embargo, ha pasado mucho desde que Bram Stoker escribiera Drácula y el primer vampiro nos asustara desde la pantalla.

Este Nosferatu es una historia distinta y que se nos muestra de distinta manera. Puede que otros subgéneros del terror no estén tan vinculados a los espacios, pero el género vampírico lo está. Eggers lo sabe y por eso el espacio es el primer gran protagonista, lo que quiere decir que debe ser fotografiado de forma especial. Los espacios vampíricos son, claramente, dormitorios, castillos, criptas, sarcófagos, etc. que deben ser tratados de una forma específica, a diferencia de otros personajes del género de terror que no los necesitan tan fuertemente. 

En el caso de este filme, no se trata de la arquitectura, sino de la fotografía y la iluminación. Obsérvese con detalle esa secuencia que hemos visto decenas de veces, la llegada de Thomas Hutter (Nicholas Hoult) al castillo. La entrada no es por su propio pie sino que ha de esperarle en un punto un carruaje fantasmal que lo llevará hasta la puerta. Obsérvese cómo está tratada esa magistral secuencia y nos daremos cuenta de cómo funciona la película, no solo con lo que vemos, sino con lo que sabemos. La magia de la película es funcionar como si no se hubieran visto las películas de vampiros, pero sabiendo que las hemos visto.


Allí donde, por ejemplo, se centra en el vampiro la narración, en este Nosferatu es solo un conjunto de signos, que van de las sombras a esas manos angulosas, a una voz, a pequeños fragmentos,... Eggers sabe que queremos ver a ese ser horrendo y fascinante. La línea del Nosferatu siempre ha jugado con la "monstruosidad" del monstruo, pero Eggers lo deja en manos de algo cada vez más ausente en el cine, la imaginación constructora.

Si se pueden alabar muchas cosas en el filme, no podemos dejar sin anotar la extraordinaria interpretación de Lily-Rose Depp. Todo esto se sostiene haciendo con ella lo que se nos escatima con el monstruo. Su interpretación es de un realismo extremo que nos fascina y pervierte en lo que es una enloquecida historia de amor. La intensidad de las fases por las que pasa el personaje de Ellen Hutter nos impide apartarnos del detalle, que la actriz borda en todo momento. Una candidata al Oscar, sin duda.

Otro trabajo actoral sobresaliente es el del siempre variado y sorprendente Nicholas Hoult, algo a lo que nos tiene acostumbrado desde sus más tierna infancia. Probablemente no haya un actor actual que haya interpretado papeles más diversos, siempre con convencimiento y profesionalidad desde su infancia.

Son muchas las virtudes del Nosferatu de Roger Eggers. Quizá la principal sea mostrarnos que los clásicos pueden convertirse en nuevos clásicos desde el respeto y el amor al cine. Según nos indica la IMDB, el filme tiene ya 20 premios y más de 90 nominaciones, No está mal y es solo el principio.

Joaquín Mª Aguirre

  


Nosferatu (2024)      

Dirección: Roger Eggers

Guionistas: Roger Eggers y Henrik Galeen

Fotografía: Jarin Blaschke

Intérpretes: Lily-Rose Depp. Nicholas Hoult, Bill Skarsgård, Aaron Taylor-Johnson, Willem Dafoe, Emma Corrin...

Nacionalidad: USA

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